vitoria. La ACB se ha convertido de un tiempo a esta parte en una competición cerrada. Todavía no alcanza los extremos de la Euroliga, que implantó un sistema de licencias fijas para asegurarse la participación de los clubes más poderosos, pero va camino de ello si no modifica en estos complejos tiempos de crisis los implacables criterios de entrada a su asociación. Los méritos o deméritos de los equipos sobre la cancha empiezan ya a resultar indiferentes. Y es que por segundo año consecutivo, la autodenominada segunda mejor competición del mundo tras la NBA -una etiqueta cada vez más discutible- asiste a la surrealista situación de que mantendrá intacta su fisonomía del pasado ejercicio al no haberse concretado la posibilidad de los ascensos procedentes de la Adecco Oro.
El CB Atapuerca, más conocido como Ford Burgos, y el Alicante se habían ganado un hueco en la elite gracias a su ímprobo esfuerzo durante los últimos meses, pero su lucha ha sido a la postre estéril a la hora de recaudar el desmesurado dinero imprescindible para sufragar, en primera instancia, el canon de entrada -fijado en 3 millones de euros- y, más tarde, confeccionar una plantilla competitiva cuyo presupuesto mínimo debe ascender a 2,5 millones. Una losa insuperable pese a que, en el caso de los castellanos, las instituciones locales se han volcado por completo en su ayuda.
La ACB notificó en la noche del pasado viernes que, una vez expirado el día 14 la fecha para ello, ni burgaleses ni levantinos "han podido presentar la documentación y cantidades requeridas para su inscripción en la competición". Consecuencia directa de ello es que el Lagun Aro y La Bruixa D'or podrán conservar su plaza en la patronal si antes del 30 de junio cumplen unos requisitos obligatorios tales como superar una auditoría, estar al día tanto en los pagos a la plantilla como a Hacienda o tener un patrimonio neto positivo.
En el caso de que guipuzcoanos o manresanos no sean capaces de satisfacer todas esas demandas, subirán como la espuma las opciones de un Ford Burgos que ha creado desde hace tiempo el caldo de cultivo necesario para codearse por primera vez en la historia con los mejores de la canasta. La otra opción abierta para los castellanos reside en, al igual que sucedió el pasado verano con el CB Canarias, comprar la plaza -siempre a un precio menor del estipulado en el canon- de alguno de los numerosos clubes de la ACB inmersos en una caótica situación económica. Uno de sus vecinos como el Blancos de Rueda es, posiblemente, el más acuciado en estos momentos.
Mucho más problemática es la coyuntura del histórico Lucentum, que tras verse obligado en su día a traspasar su derechos federativos a los insulares y ganarse recientemente el ascenso se encuentra hoy en día al borde de la desaparición. Pese a que el Consistorio alicantino es su principal accionista, su futuro se halla teñido de sombras.