La inesperada derrota ante el Gran Canaria impidió ayer al Laboral Kutxa alcanzar su décima semifinal consecutiva dentro de la Liga ACB. En el enésimo fatídico desempate saldado con un rotundo batacazo, el equipo vitoriano perdió la condición de infalible que le había acompañado desde la lejana temporada 2002-03 cuando una canasta errada por Iván Corrales en el Martín Carpena propició la ajustada derrota (62-61) del antiguo TAU Cerámica en el quinto partido de cuartos de final ante el Unicaja. Desde entonces y hasta ayer, el club vitoriano siempre había inmiscuido su figura, como mínimo, en la penúltima ronda de la competición. Esta vez, deberá seguir la parte final de la temporada por televisión con un regusto amargo porque el conjunto insular, séptimo clasificado de la fase regular, jamás había obtenido su pasaporte entre los cuatro mejores de la competición. Los éxitos han sido incesantes, como los títulos conquistados en 2008 y 2010, o las finales alcanzadas en los años 2005 y 2009. Sólo queda confiar en que Josean Querejeta se saque varios conejos de la chistera para que el Baskonia recupere el sitio que merece entre la nobleza de la ACB.