vitoria. No hay miedo. Ni al rival ni a la trascedencia de la cita. En el vestuario del Caja Laboral se respira un aroma de reposada confianza, respetuosa pero firme, en las posibilidades del equipo. Maciej Lampe, sostén ofensivo del cuadro azulgrana, referente y en ocasiones termómetro, así lo destacaba ayer, pocos minutos antes de que arrancara el último entrenamiento que la plantilla iba a realizar sobre el parqué del Buesa Arena antes del primer duelo de los cuartos de final frente al CSKA. "Podemos ganar", aseguraba el poste polaco antes de afrontar dicha sesión de trabajo y tomar el avión con rumbo a Moscú.

La ciclotímica e irregular versión del cuadro azulgrana vuelve a verse en una situación límite. Tras haber resuelto de forma favorable varios duelos a vida o muerte, el conjunto de Zan Tabak se topa ahora de bruces con un obstáculo mayúsculo, con el gran favorito a hacerse con el título continental, con la mejor plantilla de la Euroliga. Sin embargo, no hay miedo. El equipo irradia una confianza que alimenta la esperanza de los aficionados. "Hemos jugado bastante bien contra presión este año, tanto para entrar en el Top 16 como para entrar en el Top 8, y estamos en una época de la temporada en la que debemos ir a muerte", aseveraba Lampe, que encarna como nadie esa capacidad del conjunto vitoriano para mutar y hacerse grande en función de la magnitud de la cita.

El pívot nacido en Lodz, tantas veces cuestionado, ha superado la veintena de puntos (ha promediado 23) en los tres últimos compromisos continentales, justo cuando hacía falta apretar el paso para lograr la clasificación. Es probable que se deje llevar, como el resto del colectivo, en determinados partidos a priori más sencillos, pero se ha consolidado junto a otros pesos pesados del equipo, como Fernando San Emeterio y Andrés Nocioni, como el gran faro que marca el camino. Y cuando se trata de mostrar ambición, rozando incluso la falta de prudencia, supera a los dos veteranos. "En el vestuario todos estamos diciendo que les podemos ganar", advertía ayer. "Queremos ir allí a jugar el primer partido a muerte. Queremos robar la victoria en el primer partido. Nadie duda de que tenemos opciones. Tenemos una gran oportunidad este año y tenemos que aprovecharla", reiteraba el jugador polaco.

Lampe es tan consciente como la mayoría de la diferencia que existe entre las dos plantillas que se medirán en esta batalla de cuartos. El CSKA presenta un equipo muy completo, con dos y tres jugadores contrastados por posición y además una gran experiencia acumulada en compromisos de primer nivel. El Baskonia, por su parte, cuenta con un colectivo muy joven, nutrido de algunas piezas inexpertas y sin citas de esta exigencia a sus espaldas. Pero esa juventud puede llegar a ser, a juicio de Lampe, más un acicate que un lastre. "Podemos hacer algo muy grande, tanto para cada jugador individualmente como para el equipo", aseveraba. "Tenemos un equipo muy joven. Es el primer año con toda esta gente. Estoy seguro de que cada uno de nosotros querrá hacerse un nombre en Europa y este es el momento en el que podemos lograrlo", añadía.

Sin pasar por alto la calidad del plantel moscovita, Lampe incidía una y otra vez en su discurso en la confianza con la que acude el equipo a la cita. Piensa que una de las claves para aumentar las opciones de victoria pasa por frenar la producción de Milos Teodosic en el timón. "Si paramos a Teodosic, pueden sufrir. Tenemos que salir muy duros, que no se sienta cómodo distribuyendo la pelota. Tenemos que meterle presión", aseguraba.

Tampoco se presenta fácil la batalla en la pintura. Pero Lampe, genio y figura, se viene arriba cuando se le cuestiona al respecto. "Tienen jugadores muy fuertes. Ayer estuve haciendo pesas para sentirme yo también un poco más fuerte", aseguraba con cierta ironía. "Creo que hemos hecho un muy buen trabajo con todos los cincos este año, no sólo yo sino en conjunto, con las ayudas defensivas y demás. Me preocupa más el colectivo que uno o dos jugadores interiores", zanjó.

Lampe, ya repuesto de los problemas gástricos que le impidieron estar a tope el sábado ante el Blancos de Rueda, restó relevancia a su incidencia en el juego ofensivo: "Al baloncesto se juega con cinco jugadores. Es un deporte de equipo. No siento ninguna presión", concluyó el polaco. En sus ojos se leía la confianza con la que, una vez más, la tropa baskonista afronta un duelo clave.