Vitoria. De nuevo, entre la flor y nata del baloncesto continental. El Baskonia consumó ayer su segunda gesta en la Euroliga. Accedió al Top 16 tras encadenar tres victorias consecutivas ante el Armani, el Efes y el Cedevita. Cuando muchos consideraban que ya había tocado techo y su suerte estaba echada al verse rodeado de opulentos rivales en la liguilla, la tropa alavesa ha vuelto a romper los pronósticos para colarse entre los ocho mejores del Viejo Continente. En una velada de transistores donde se sufrió más por los extremos apuros del Barcelona y Olympiacos para batir a Maccabi y Khimki respectivamente que por la nimia oposición del Montepaschi, el sueño de los cuartos de final se hizo realidad. Pese a firmar una trayectoria repleta de altibajos que le llevó al inicio de esta segunda fase a encadenar cuatro victorias consecutivas de una tacada antes de un desplome imparable concretado en cinco derrotas seguidas, finalmente supo enderezar su rumbo para satisfacer un objetivo francamente complejo.

Tras el duro paréntesis de la pasada temporada, en la que una derrota en Miribilla condenó al Caja Laboral a la hoguera de la eliminación, el club vitoriano recupera su sitio dentro de la aristocracia europea y suma unos puntos indispensables para avanzar posiciones en el ranking fijado por Bertomeu para participar de forma ininterrumpida en la competición durante los próximos años. Un premio de valor incalculable que abre de par en par la puerta hacia la quinta Final Four de la historia, que se celebrará en el majestuoso O2 de Londres entre los días 10 y 12 de mayo.

El problema reside en la envergadura del último obstáculo que deberá derribar el conjunto baskonista en la eliminatoria al mejor de cinco partidos cuyos dos primeros tendrán lugar el miércoles y el viernes de la próxima semana. Se trata del todopoderoso CSKA, posiblemente el principal favorito a proclamarse campeón en medio de los brotes de máxima igualdad que se atisban entre otros cocos como el Barcelona o el Real Madrid. Con seis entorchados en su haber y un presupuesto ilimitado para confeccionar cada ejercicio plantillas rutilantes, el ogro moscovita se perfila como un oponente inabordable para un Baskonia que, si bien quiere dar rienda suelta a su ambición y no se pone límites, es inferior en todas las líneas.

En manos nuevamente de Ettore Messina, el prestigioso técnico que inició el pasado verano su segunda etapa en Moscú tras su experiencia como ayudante en los Lakers y con el que recuperó en su día el prestigio perdido al ganar la Euroliga de las ediciones 2006 y 2008, el CSKA dispone de una de las plantillas más compensadas de Europa. En la dirección de juego está armado hasta los dientes gracias a la inmensa clase de Milos Teodosic y la refrescante llegada de Aaron Jackson, que ha pasado de ser la principal estrella en Bilbao a lidiar con un rol secundario en una escuadra con las miras más elevadas. La guinda al pastel ha sido el regreso de Papaloukas, sin equipo hasta que recibió a finales del año pasado la llamada de Messina para volver a vestirse de corto. A la hora de martillear el aro rival, quien lleva la voz cantante es el estelar Sonny Weems, un alero excepcional que reúne todo: habilidad, físico, técnica, elegancia... El exbaskonista Vladimir Micov, que en su breve etapa en el Buesa Arena pasó casi desapercibido, se ha destapado como un excelente gregario.

En la pintura, el CSKA también se halla sobrado de recursos. Nenad Krstic es el principal bastión interior bien secundado por el versátil Khryapa, el fornido Kaun, Erceg y el prometedor Vorontsevich, uno de los grandes descubrimientos del baloncesto ruso en los últimos tiempos que ha decidido terminar su proceso de formación en Moscú antes de recalar en los Thunder de la NBA.