Vitoria. Las estadísticas están para romperlas, pero hay algunas que es mejor dejarlas como están. El Baskonia va camino de descubrirlo. En una temporada especialmente convulsa para la entidad azulgrana, el gancho de derecha con el que David Logan envió a los vitorianos a besar la lona el pasado jueves coloca ahora mismo al Caja Laboral en una tesitura complicada. Porque, además de un récord personal en la historia del club en la Euroliga -igualando una racha similar cosechada por Ivanovic hace ahora dos años-, enlazar cinco derrotas consecutivas no hace sino refrendar las palabras que salieron de boca de Zan Tabak tras la visita al Olympiacos. "Este equipo está ahora en el mismo estado que cuando yo llegué aquí", aseguró el croata. En realidad, si nos atenemos a los números, está peor. Pese a todo, como bien se afanó en resaltar el propio entrenador poco después de perder contra el conjunto hebreo, "matemáticamente el pase todavía es posible, pero está muy difícil". Para desgracia azulgrana, son las matemáticas precisamente lo único que le queda al Baskonia si quiere seguir pisando el camino de baldosas amarillas que acaba en la Final Four de Londres. Una final a cuatro que, para muchos, este curso se anticipaba más barata que nunca.
Durante las próximas cinco semanas el cuadro alavés convertirá los eufemismos en un arte. El primero es evidente. Cada uno de los cinco partidos que restan en este Top 16 es una final. La más importante, incluso con el enfrentamiento de mañana ante el Barcelona de por medio, llegará el próximo viernes en Estambul con el Besiktas como rival. Posteriormente, el Caja Laboral recibirá al Fenerbahce y viajará a la capital condal para repetir el partido de mañana, pero con la melodía de la Euroliga de fondo. El 29 de este mes tendrá que hilvanar un segundo desplazamiento consecutivo hasta la lejana Rusia, donde le aguardará el Khimki. Si todo marcha como es debido y para entonces las opciones de éxito no se han esfumado de la noche a la mañana cual temporero en el Buesa, el conjunto alavés culminará el Top 16 en Vitoria a principios de abril jugándose los cuartos -nunca mejor dicho- con el Montepaschi Siena, actual colíder del grupo. Entre medias, Tabak y sus pupilos deberán echar mano de la calculadora a lo largo de estas jornadas para comprobar en qué casos de doble y triple empate saldrían beneficiados, por si ese último partido ante los italianos tiene que convertirse en un nuevo Baskonia-Cibona como el de hace tres años. Por ahora, mejor que los alaveses no se preocupen demasiado por el average que mantienen con dos de sus siete rivales, bajo riesgo de desesperación.
A falta de completar cinco duelos directos, el Caja Laboral tiene perdido el average particular con el Maccabi (70-71 en Israel y 62-66 en Vitoria) y empatado con el Olympiacos (82-74 tanto en el Buesa como en El Pireo). A partir de ahí, todo dependerá del desarrollo de los acontecimientos, pero cualquier cábala tiene como pilares fundamentales ganar a los dos rivales más débiles, el Besiktas -último en la tabla sin conocer aún la victoria en todo el Top 16- y el Fenerbahce -penúltimo con sólo dos muescas en su revólver-. Una derrota en cualquiera de estos dos partidos sería mortal de necesidad para afrontar la recta final ante Barcelona y Khimki fuera y Montepaschi en casa. Tres encuentros de los que, en principio, el Baskonia podría permitirse perder uno, si establecemos la seguridad del billete a cuartos en los ocho triunfos, asumiendo que con siete se antojaría enormemente complicado sellar el pase. En definitiva, al equipo azulgrana no le queda más remedio que ganar cuatro de los cinco próximos partidos para no quedar apeado de la lucha por la Euroliga. La cuenta atrás está ya en marcha.