vitoria. En matinales como la de ayer, donde parece que a algunos jugadores les apetece muy poco echar el resto, es cuando más se valora la presencia en un vestuario de un jugador como Fernando San Emeterio. El alero cántabro se bastó para devolver el partido a los cauces de la normalidad con una actuación pletórica que no hace sino confirmar que es uno de los mejores aleros del continente.

Su entrada en cancha coincidió siempre con los arreones que dio el equipo azulgrana para desembarazarse de un rival que se hizo grande gracias a la tibieza defensiva que mostraron desde el salto inicial los pupilos de Zan Tabak. El santo, que había comenzado la temporada algo justo de forma, está adquiriendo su mejor nivel de juego en las últimas semanas, cuando parece que también su físico se aproxima al estado óptimo que le permite exponer sus múltiples virtudes baloncestísticas.

Si el carácter fuera como la poción mágica de la aldea gala de Asterix y Obelix, Nocioni sería sin duda quien se hubiese caído de niño en la marmita. San Emeterio logró contagiar a algunos compañeros, pero al Chapu no hizo falta. El argentino, que unos días está más acertado que otros, siempre da el máximo, independientemente de cuál sea el rival.