thomas Heurtel está viviendo una temporada llena de contrastes. El errático rumbo que está siguiendo el timonel francés marca en cierto modo el de un Caja Laboral que por momentos da la impresión de haber conducido a sus aficionados a una montaña rusa. El cambio de entrenador ha supuesto una inyección extra de moral para un jugador que en las gradas del Buesa Arena despierta, a partes iguales, filias y fobias. Es uno de esos tipos que no deja indiferente a nadie pero que tras la llegada de Tabak ha mejorado de manera exponencial sus prestaciones.

Heurtel es una de las piezas del rompecabezas azulgrana que más ha notado el cambio de entrenador. Junto a Brad Oleson y Maciej Lampe, quienes en los últimos partidos de Ivanovic estuvieron muy por debajo de su nivel, se ha convertido en una de las explicaciones de la notable mejoría experimentada por un plantel que acumula diez triunfos consecutivos y comienza a ser contemplado en las quinielas, más aún tras su convincente estreno del Top 16 ante Olympiacos.

No es el galo un base hecho. Le queda mucho por mejorar. "No se puede comparar con Prigioni como parece que muchos quieren", advirtió el propio Tabak el pasado jueves. Aún le queda una década de baloncesto por delante para estimar si llega siquiera a hacer sombra al timonel de Río Tercero. Sin embargo, desde que el croata se hizo con las riendas del combinado azulgrana se ha empezado a ver a un jugador mucho más aprovechable de lo que parecía en inicio. El nuevo entrenador ha asumido como un reto personal meter en vereda al francés para explotar sus virtudes, que en potencia son muchas, y por el momento lo está consiguiendo.

"Tiene que aprender cuando tirar y cuando no tirar. Tiene que aprender cuando hay que correr y cuando hay que parar", señalaba un Tabak que incluso tras algún partido en el que el francés estuvo lejos de su mejor nivel se esmeró en defenderlo, en protegerlo de las críticas. El croata ha acogido a Heurtel en su regazo. Ha detectado, como detectaron los rectores baskonistas, que el francés alberga un más que interesante futuro. Y a pesar de que se ha fichado a un base veterano para afrontar con más cabeza sobre la cancha los duelos de alta exigencia, no da la impresión de que a Heurtel le quieran cerrar el camino a la cancha.

De estar desahuciado, fuera del equipo, ha pasado a convertirse en una pieza importante en los esquemas del cuadro azulgrana. Tras un verano en el que su elevada ficha se convirtió en el único obstáculo para impedir su salida en calidad de cedido, el timonel galo ha sido hasta el momento el elegido para formar parte del quinteto titular tanto con Ivanovic como con Tabak. A expensas de lo que suceda con Omar Cook, llegado para ocupar ese papel, Heurtel ha iniciado sobre el parqué 12 de los 14 partidos de la Liga Endesa y los 11 compromisos que ha disputado hasta la fecha el Caja Laboral en la Euroliga. Por el momento, según se vio ante Olympiacos, el gran perjudicado con la nueva coexistencia de tres bases en el vestuario será un Carlos Cabezas que hasta la fecha ha aprovechado con maestría y enorme seriedad todas las oportunidades que se le han concedido.

Tanto el malagueño como Cook, dos jugadores con más pausa, más cerebrales, sirven de complemento para un Heurtel que con Ivanovic no pudo ser el jugador que tiene que ser para poder brillar. Cabeza loca en demasiadas ocasiones, incapaz aún de reducir las pérdidas de balón en una posición en la que resulta determinante el cuidado de las posesiones, Heurtel sólo tiene sentido si se le deja ser Heurtel. Amarrado y con las manos atadas, como jugó en los últimos partidos con Ivanovic, se convierte en una pieza más que vulgar. Lo mismo por lo que los aficionados del cuadro azulgrana lo odian es por lo que luego lo adoran.

Con Tabak ha recuperado su esencia de potro indomable, en ocasiones desesperante, y se ha convertido en una pieza mucho más efectiva. Sus números lo confirman. Ha duplicado su volumen de anotación, asistencias y valoración tras el relevo en el banquillo. En los estertores de la era Ivanovic, cuando el equipo afrontaba el tramo final de la descomposición que acabó con el montenegrino, Heurtel no era Heurtel. Era un base con las manos atadas y la vista en el banquillo. Ivanovic le retiró la licencia para mirar al aro. En los últimos 7 partidos del preparador de Bijelo Pole tan sólo lanzó 14 veces a canasta. Y en varios de ellos ni siquiera anotó.

Las cosas han cambiado con un Tabak que parece empecinado en convertirlo en un jugador importante, en el base de futuro que en las oficinas del Buesa Arena aún se cree que puede llegar a ser. En cuestión de semanas, Heurtel ha experimentado una mutación asombrosa. En Euroliga, con el nuevo técnico, ha pasado de anotar 5,3 a 10,2 puntos, una mejora sustancial que también se apreciado en la ACB, donde ha incrementado sus registros en puntos (de 2,25 con Ivanovic a 5,3 con Tabak), asistencias (de 2,75 a 3,8) y valoración (de 3,8 a 5,6).

El preparador croata está sabiendo domar al potro salvaje, aunque eso no quita para esperar que cualquier día el timonel francés pueda aún firmar una de esas actuaciones capaces de desesperar al más paciente. Cabezas y Cook, dos tipos con muchas horas de vuelo, estarán ahí para poner la pausa cuando sea preciso. Como dice Tabak, a Heurtel aún le quedan muchas cosas por aprender. Pero en este último mes, al menos, parece que ha comenzado a andar el largo camino que tiene por delante.