Vitoria. Resulta que el equipo al que hace no mucho se daba por muerto, se etiquetaba como un proyecto acabado, tiene arrestos y talento como para tumbar al vigente campeón en su estreno en un Top 16 en el que se coló sobre la bocina. El Caja Laboral dio ayer un golpe sobre la mesa y mandó un aviso para navegantes. El equipo azulgrana se deshizo de Olympiacos con una solvencia inesperada pero que no hace sino refrendar el imparable proceso de crecimiento que viene siguiendo desde que se produjo el relevo en el banquillo. El proyecto de Tabak recibió ante el cuadro heleno el espaldarazo definitivo. En el tercer enfrentamiento del curso ante un oponente temible, que tiene de todo y en grandes cantidades, el Baskonia se sacudió todos los miedos y dio un primer paso en su viaje hacia el objetivo de los cuartos de final.

Olympiacos se derritió en el infierno del Buesa Arena ante la rabiosa defensa de la plaza que ejerció el conjunto vitoriano. Zan Tabak podía sentirse satisfecho de sus jugadores al término del encuentro. No era para menos. Interpretaron a la perfección su decálogo baloncestístico, cuya base radica en primera instancia en sellar el propio aro, y se resarcieron de los dos dolorosos sopapos que le había propinado el equipo ateniense en los dos cruces que mantuvieron con anterioridad.

Lo sucedido en la primera fase de la Euroliga no valía ya de nada. Es historia antigua. Tampoco lo que se escribió conforme avanzaba el partido con un primer cuarto que devolvió a la hinchada azulgrana a los tiempos, no tan lejanos, en los que ver un partido del Caja Laboral era más o menos como subir a una montaña rusa. Tras un arranque eléctrico que invitaba a presagiar un duelo cómodo, llegó un envés tenebroso que sembró el miedo en la enfervorecida grada de un Buesa Arena que, de nuevo, comienza a convertirse en un fortín inexpugnable del que nadie podrá llevarse una victoria cómoda.

Una excelente puesta en escena con un Heurtel sensato, un Lampe inconmensurable bajo los aros y un Oleson brutal en ambas partes de a cancha, pero sobre todo en su papel de secante de Spanoulis, propició un 13-4 de parcial al que los griegos dieron la vuelta con una reacción furibunda (4-20) que ponía sobre las cuerdas a un equipo al que le faltaba pasar aún una prueba de madurez de máxima exigencia.

El Baskonia no se vino abajo. Todo lo contrario. Superó con nota el examen. Quizá de haberse visto en una de estas hace un par de meses, cuando aún era el equipo depresivo y débil de carácter con el que se encontró Tabak, la historia se habría escrito con letras de otro color. Pero algo ha cambiado tras la llegada del técnico croata. Y no sólo tiene que ver con los cambios tácticos que cada vez comienzan a ofrecer dividendos más jugosos.

Los jugadores del equipo azulgrana han dado un paso adelante. Del primero al último, por mucho que algunos tengan mejores noches que otras, han sabido captar el mensaje que se les envía desde el banquillo. Todos tienen un papel que desempeñar en la obra de un Tabak que ante todo ha logrado que sus pupilos no se desmoronen al primer revés. Ayer el Baskonia mostró un carácter granítico. Se reveló como un bloque solido y capaz de templar los nervios cuando vienen mal dadas.

Poco importó que hubiera que remar contra la corriente en un partido en el que las musas del lanzamiento exterior parecían de inicio esquivas. Con un trabajo de zapa constante, sin ceder al desánimo, fueron socavando los cimientos del actual monarca continental con una exhibición de defensa, agresividad y hambre que se vio rubricada en una segunda mitad para enmarcar.

La exquisita rotación del preparador croata, que decidió prescindir de Carlos Cabezas, permitió que su equipo llegara más entero a un tramo final en el que a los griegos les faltó el oxígeno. Con la cabeza alta y los depósitos de la confianza rebosantes, al Baskonia le bastó con aguantar el resultado en unos últimos minutos en los que ni siquiera sufrió. El trabajo se hizo antes. La décima victoria consecutiva llegó como consecuencia de lo edificado durante el partido. Y parece sólo un pequeño avance de lo que se puede hacer en un futuro aún por escribir. El baskonismo vuelve a soñar.