Vitoria. Por el camino más difícil. Como si quisiera realizar un resumen de este curso europeo, el Baskonia ganó repitiendo errores pero, eso sí, con una actitud encomiable. Esto unido a la derrota del Milán supone un escenario soñado. Irreal hace unas semanas. El Baskonia depende de sí mismo para pasar al Top 16 en un encuentro, el de la semana próxima, que se prevé asequible y con un plantel henchido.

Ayer, en el contexto fatalista que estaba presidiendo esta edición de Euroliga para los baskonistas, hubo un jugador que estuvo por encima del resto y que hizo de su encuentro paradigma también de este agitado curso. Cuando todo los astros se habían conjuntado, cuando el viento soplaba a favor, Heurtel tomó decisiones precipitadas. Hizo de la cancha su propio playground. Pero funcionó. Acertó en todas esas malas elecciones. El deporte a veces -por fortuna ayer lo fue- no es del todo justo. No conviene engañarse. El Caja Laboral dominó todo el encuentro con sus pequeños altibajos pero cuando sólo quedaba dar la puntilla el base galo se erigió en protagonista. Suscitó primero gritos de pavor y, a continuación, suspiros de alivio. Es el modus jugandi de este talentoso e intrépido, a veces demasiado, director de juego. Algo kamikaze.

El partido arrancó con ambos contendientes alerta aunque con el Baskonia ligeramente más centrado. Vigilándose. El cuadro turco, que tardaba más de tres minutos en anotar su primera canasta, ya dio muestras en Gasteiz de su bipolaridad y, por suerte para el Baskonia, el Doctor Jekyll aparecía antes que Mr. Hyde en el Abdi Ipekçi. No obstante, el equipo alavés también se mantenía en unos guarismos discretos. Las cinco pérdidas que presentaba el Baskonia en la mitad del primer periodo, por una de los turcos, eran el mayor lastre ayer y sedimentos del peor Baskonia del curso que Tabak pretende borrar con el tiempo. Sin embargo, la actitud azulgrana mantenía vivo al equipo pese acabar este primer cuarto con ocho pérdidas. Inaceptable.

A pesar de este defícit, el equipo de Tabak cerraba este tramo dos arriba merced a un triple de Causeur. Una de las claves se podía leer en una superioridad en el rebote que se mantendría hasta el final (34 a 26) y que sería crucial, una vez más, ante una de las baterías interiores más poderosas del continente. Una de cal y otra de arena.

La vida seguía igual en los segundos diez minutos. El Caja Laboral compaginaba enormes dosis de implicación y varios aciertos con errores flagrantes. Sin embargo, la actitud azulgrana servía, por el momento, para mantener al equipo con ventaja.

Pleiss centraba la atención de la defensa otomana por sus aciertos y éste, atento, doblaba hacia el exterior con criterio cuando la situación lo requería. La intensidad y buena dirección desde el dos de Causeur también contribuía al buen devenir del choque para el Caja Laboral. Este dominio llegó a desesperar a un Mahmuti que fue objeto de técnica por parte de los colegiados.

El equilibrio en las pérdidas, 9 a 11 para los turcos en aquel momento, era el mejor reflejo de la mejoría baskonista en este cuarto, yéndose a los vestuarios cuatro puntos arriba.

En la reanudación el Caja Laboral seguía mandando en el marcador. Racionando sus ventajas, cortas, pero suficientes. Sin embargo, las faltas que acumulaban los interiores azulgranas (Lampe y Pleiss con tres y Nocioni con cuatro) hacían prever un final de partido agónico. La ventaja del Baskonia crecía, 39-47, pero también la angustia. Los turcos se sutentaban en un excelso Vujacic, desde el perímetro, y un batallador Erden, desde la pintura.

En el último acto, el Efes trabajó para alcanzar al Baskonia. Tras un parcial de 4-0, con 64-71, Tabak pedía tiempo e introducía a Heurtel en cancha. Decisión culminante a la postre. Comenzó el show de Thomas. Enchufó dos triples consecutivos con altas dosis de temeridad en sus elecciones. Lo lógico era agotar posesiones, jugar dentro-fuera. Pero este estilo no va con Heurtel y volvió a penetrar con éxito sin dejar respirar al cronómetro. Cerró el partido con tanta suficiencia como imprudencia, pero salió bien. Imposible mejor. Y concedió al equipo, de esta forma, la oportunidad que parecía imposible hace unas semanas.