Vitoria. El viernes cumplió años. Treinta y tres. Para otros, una edad en la que comenzar a plantearse los últimos pasos de una prolífica carrera. Para él, sin embargo, un dato sin relevancia alguna. Andrés Nocioni, que se ha convertido en centro de atención en las últimas horas a raíz de los rumores que hablaban del posible interés del Caja Laboral por obtener dinero con su traspaso al Galatasaray, sigue pensando con el corazón y buscando la gloria con el estómago. El guerrero argentino, a quien algunos consideran muy por debajo del nivel que exhibió en su primera etapa como baskonista, se mantiene entre los mejores de la ACB. Las estadísticas no dejan espacio a la duda.

Sin negar que su estilo de juego ha mutado tras su paso por la NBA, que ha podido perder en parte la explosividad que le permitió convertirse en uno de los jugadores más espectaculares del Viejo Continente, Nocioni luce números de estrella en la competición doméstica. Es el gran referente del equipo azulgrana, el sostén anímico de un colectivo que todavía hoy, dos meses después de haber arrancado el curso, continúa buscando el norte. El Chapu, quizá último reducto del añejo carácter de un club que se hizo grande gracias a jugadores dotados de su ambición, sufre como un baskonista más la crisis de identidad y resultados del equipo. Y eso se aprecia en sus gestos, en la ansiedad con la que ha emprendido una batalla contra los árbitros que no le beneficia, pero no en sus números, ni en su hambre, que se mantienen intactos y lo colocan a un nivel que muy pocos pueden siquiera soñar.

Los que dudan del rendimiento del alero santafesino quizá cambien de opinión al confrontar los registros que jalonan su travesía por las nueve primeras estaciones de la Liga Endesa. Nocioni, que promedia 14,8 puntos y 5,3 rebotes, aparece en las primeras posiciones de varias de las clasificaciones estadísticas. Lidera al Baskonia en casi todas. De hecho, con 15,8 de media, sólo siete jugadores tienen una valoración por encuentro superior en la ACB.

Su peso en el juego del combinado baskonista resulta indiscutible, si bien es cierto que el nerviosismo que ha impregnado sus últimas actuaciones, fruto en parte de su eterno apetito competitivo, será algo en lo que tanto él como Zan Tabak tendrán que trabajar. Aun así, su preeminencia en la estadística del colectivo azulgrana es más que evidente. Es, sin discusión, el jugador con mejor valoración y que más anota del equipo -también en la Euroliga-, el que más rebotes ha capturado en total, aunque en promedio es segundo por detrás de Nemanja Bjelica, y el que mayor fiabilidad presenta más allá de la línea de 6,75 metros.

El Chapu ha anotado 14 de los 21 triples que ha lanzado hasta la fecha. Eso supone un 66,6% que lo convierte en el mejor francotirador de la ACB, por encima de jugadores más habituados a vivir de su muñeca. En realidad, las comparaciones, aunque odiosas, permiten comprender hasta qué punto su impacto en la ACB, por mucho que se quiera sostener que ha bajado enteros, lo coloca al nivel de los mejores. Salvando a Tariq Kirksay, actualmente el jugador con mejor valoración del torneo, no existen aleros que le hagan sombra. Ni siquiera los considerados como las grandes estrellas y atracciones de la competición doméstica.

Nocioni anota más que Navarro, Rudy, Mumbrú, Vasileiadis, Mickeal y Suárez. Coge más rebotes que Navarro, Rudy, Mumbrú, Vasileiadis, Mickeal y Suárez. Presenta mejores porcentajes de tiro exterior que Navarro, Rudy, Mumbrú, Vasileiadis, Mickeal y Suárez. Recibe más faltas que Navarro, Rudy, Mumbrú, Vasileiadis, Mickeal y Suárez. Y tiene una valoración superior a todos ellos, que junto al mencionado Kirskay y el también baskonista San Emeterio podrían ser considerados como los exteriores más relevantes de la ACB. En algunos casos, además, la comparación de números ofrece diferencias sonrojantes.

Como cantaba en su célebre ranchera Vicente Fernández, y a pesar de que también ha coleccionado algunas críticas, casi ninguna entre la afición vitoriana, Andrés Nocioni sigue siendo el rey. Es el monarca del baskonismo y uno de los nobles de una ACB que quizá no está sabiendo sacar partido como debería a la imagen de un jugador al que todavía le queda mucha cuerda y que, como otros, también hizo su dinero y se aseguró sus contratos al otro lado del Atlántico.