DICEN que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y el Baskonia está, desgraciadamente, a punto de demostrarlo. Después del catastrófico resultado que registró en la noche de ayer el marcador del Buesa Arena, el conjunto vitoriano está virtualmente eliminado de la Euroliga. Por segunda temporada consecutiva, sin ser capaz tan siquiera de superar la primera ronda de la competición y acceder al Top 16, un registro que durante la primera década de existencia del torneo siempre se había convertido en un primer paso mínimo en el expediente azulgrana.
Pues bien, muy lejos de enmendar lo protagonizado doce meses atrás, la respuesta de la entidad que preside Josean Querejeta en el presente curso ha sido todavía peor. Porque si entonces no fue hasta el último encuentro de la primera fase -como consecuencia de la inesperada y dolorosa derrota encajada en Bilbao ante el Gescrap Bizkaia- cuando la tropa de Dusko Ivanovic se despidió del torneo continental, en esta oportunidad la ilusión baskonista apenas se ha mantenido con vida durante poco más del ecuador de la fase inicial.
Con un paupérrimo expediente que registra una única victoria en los seis encuentros disputados hasta la fecha y tres demoledoras derrotas en los otros tantos compromisos escenificados al calor del otrora inexpugnable fortín del Buesa Arena, el Caja Laboral tiene pie y tres cuartos asomando al interminable abismo que supone la prematura eliminación continental.
Porque si quedar apeado de la Euroliga cuando todavía resta un mundo para que comiencen a jugarse los momentos verdaderamente calientes de la competición ya es de por sí muy malo, las especiales circunstancias que acompañan a este cataclismo lo convierten en todavía más dañino.
Y es que más allá de la vertiente deportiva -que resulta difícilmente comprensible teniendo en cuenta el potencial de la escuadra vitoriana-, las derivaciones económicas de la debacle que está a punto de consumarse de manera matemática pueden suponer un grave punto de inflexión en la trayectoria de la entidad de Zurbano.
Porque en los tiempos de interminable crisis económica global y drásticas reducciones de presupuesto que se viven dentro del deporte profesional en general y el baloncesto en particular, quedarse por segundo año consecutivo sin los importantes ingresos que van asociados a participar en las etapas avanzadas del mejor torneo continental aboca peligrosamente a tiempos sombríos marcados por las estrecheces.
Una situación que podría ser aún peor si se terminara cumpliendo otra de las peligrosas amenazas que pende en estos momentos sobre la cabeza del Caja Laboral. Porque después de varios años con la licencia A de la Euroliga -que garantiza la presencia en la competición de manera casi vitalicia- garantizada, en el presente curso se abre de nuevo el corte para reorganizar este reparto. De esta manera, el equipo de los catorce que hasta el momento ha disfrutado de este privilegio que al final del ejercicio presente el peor balance en el torneo verá cómo la apreciada licencia A se escapa de sus manos sin remisión con el peligro evidente de verse abocado a un torneo menor. Evidentemente, en estos momentos el Baskonia es uno de los más firmes candidatos a esedudoso honor.
un hilo de vida Para tratar de evitarlo, al plantel azulgrana no le queda otro remedio que luchar con todas sus fuerzas para protagonizar un milagro en las cuatro jornadas que restan por disputarse en esta primera fase de la Euroliga. Con Zalgiris, Efes y Olympiacos virtualmente clasificados, al Baskonia sólo le resta luchar con Milán y Cedevita -ambos con una victoria más- por la última plaza en liza. Recibirá a ambos en Vitoria pero, además, necesitará, como mínimo, otro triunfo fuera. Ahora mismo, se antoja una quimera.