vitoria. Hubo un tiempo en el que el Fernando Buesa Arena ejercía un pavoroso miedo escénico en la Euroliga y los rivales padecían la tremenda dificultad que implicaba profanar la pista del Baskonia. No es que el ambiente originado por la grada azulgrana fuese tan irrespirable como el que ha debido padecer en las calderas infernales del OAKA de Atenas, el Pionir de Belgrado o el Nokia Arena de Tel Aviv, pero el conjunto vitoriano se sentía tan arropado y a gusto al amparo de su bulliciosa y fiel afición que el uno fijo en la quiniela se daba casi por descontado en las apuestas previas al salto inicial. Tal es así que el antiguo TAU Cerámica llegó a estar prácticamente tres años imbatido -entre el 12 de enero de 2005 y el 29 de noviembre de 2007- como anfitrión. Durante este glorioso intervalo de tiempo encadenó la friolera de treinta victorias consecutivas en el torneo más glamouroso.
Sin embargo, ese dato ya es un bonito recuerdo que tristemente ha pasado a la historia. El recinto de Zurbano ha perdido el embrujo que intimidaba a los forasteros y daba alas a sus guerreros hasta llevarles en volandas hacia la gloria en cada velada. En las cinco últimas temporadas continentales, su intachable fiabilidad se ha reducido drásticamente. Queda muy lejos la inolvidable etapa en la que el Baskonia cimentó sus cuatro apariciones consecutivas en la Final Four, concretamente entre 2004 y 2008, en la fortaleza que exhibía dentro de sus dominios. El inexpugnable fortín alavés tiende en la actualidad a saltar por los aires. Y lo sorprendente es la pasmosa facilidad con que hurgan en la herida adversarios de medio o bajo fuste que no hace mucho salían trasquilados de la capital alavesa con un severo correctivo sobre sus espaldas.
Los datos son inequívocos y dan perfecta muestra de una fragilidad preocupante para que la tropa adiestrada por Dusko Ivanovic inmiscuya este curso su cabeza entre los dieciséis mejores del Viejo Continente. En los 37 partidos que ha acogido el Fernando Buesa Arena a lo largo de los últimos cinco ejercicios, todos ellos bajo la dictadura del entrenador montenegrino, se han registrado 23 victorias y 14 derrotas. Una pesada losa que está motivando, en parte, la paulatina pérdida de pujanza azulgrana en una competición donde antes se manejaba con solvencia y ahora corre el serio riesgo de quedarse por segunda vez consecutiva apeado a las primeras de cambio con el consiguiente perjuicio económico y deportivo.
once verdugos distintos En la temporada 2007-08, donde el Barcelona le cerró el paso en el cruce de cuartos, el Baskonia perdió tres de los diez encuentros. Uno en la fase inicial -la Euroliga apostó ese año por un cambio de formato con cuatro lotes de seis equipos cada uno- ante el Lottomatica (90-93), otro más frente al Olympiacos (80-88) en el Top 16 y uno decisivo ante los catalanes (63-84) en el cuarto duelo de la eliminatoria previa a la Final Four que forzó un fatídico desenlace en el Palau Blaugrana. Empeoraron más las cosas la campaña siguiente, saldada con seis victorias y cuatro derrotas. Las registradas ante el CSKA (67-71) en la ronda de grupos, dos en el Top 16 ante el Olympiacos (85-89) y el Khimki (71-82), además de otra fatídica (70-74) ante el todopoderoso CSKA que supuso la eliminación continental en el cuarto choque del cruce de cuartos.
En el curso 2010-11, el Caja Laboral volvió a erigirse en un anfitrión demasiado tierno al cosechar cuatro nuevos traspiés que mediatizaron toda su trayectoria. Los verdugos en la primera fase fueron por entonces dos medianías como el Zalgiris (88-92) y el Prokom (75-81). El Lietuvos Rytas también sembró el pánico (86-89) con aquel postrero triple de Khalid El-Amin en el Top 16 y una canasta mortal del eléctrico Jeremy Pargo (81-83) en el segundo compromiso de la eliminatoria de cuartos dejó al equipo herido de muerte antes de ser avasallado por el Maccabi en la posterior doble confrontación en Israel.
Si hay otro varapalo doloroso en la historia reciente que constituyó una puñalada para la autoestima azulgrana fue el acontecido en el ejercicio 2011-12 ante el Bizkaia. El Baskonia había arrancado el torneo de manera magistral con tres éxitos seguidos, pero el camino comenzó a verse salpicado de piedras con una inesperada caída (84-89) frente a los vecinos en el epílogo de la primera vuelta que acabó por condenarle a la hoguera. El cuadro alavés fue incapaz de levantar cabeza a partir de ese momento y en Miribilla firmó su sentencia de muerte al verse perjudicado en un triple empate con los de Katsikaris y el Cantú.
La presente edición no ha servido para alterar una inercia negativa. Las derrotas ante el Zalgiris y el Efes acaban de reproducir las peores pesadillas. De ahí que la visita del vigente campeón constituir un inmejorable punto de inflexión para enderezar el rumbo. El Olympiacos dista mucho de ser el pétreo colectivo que sorprendió hace meses a propios y extraños para adueñarse de la corona, aunque el imprevisible rendimiento del Baskonia obliga a mantener la cautela. Ante todo, se trata de ganar, pero no vendría nada mal hacerlo por cinco o más puntos para gozar de un mejor basket average que los griegos en caso de hipotéticos empates.