vitoria. El Sportova de Zagreb, escenario que acogerá este viernes un duelo dramático para la supervivencia del Caja Laboral en la Euroliga, volverá a unir los destinos de dos entrañables figuras. Boza Maljkovic, el maestro que instauró el baloncesto control y forjó la leyenda dorada de la Yugoplastika, y Dusko Ivanovic, su discípulo más aventajado que sobre la pista interpretaba a la perfección los dictados de su veterano profesor, se verán las caras cinco años después de su último enfrentamiento. El azar ha querido que dos entrañables amigos, incapaces de perder el contacto durante todo este tiempo a tenor de lo que vivieron bajo un mismo techo, puedan darse mutuamente la estocada definitiva y que uno de ellos deje al otro herido de muerte para lo que resta de la máxima competición continental.

Si el Baskonia, como así se espera, hace honor a su condición de favorito, enterrará las remotas esperanzas de un Cedevita que en su primera aparición en el torneo más glamouroso está pagando la novatada. Sin embargo, si son los croatas quienes dan la sorpresa, el conjunto vitoriano quedará al borde de la eliminación y a expensas de una remontada heroica en la segunda vuelta. Como intachables profesionales, ambos acatarán cualquier desenlace, ya que por encima de todo existe un respeto máximo entre dos figuras emblemáticas del baloncesto balcánico que han dejado una impronta por su metódica forma de trabajar. Cortados por un patrón similar a la hora de ver este juego y abanderados por unos rígidos planteamientos que hacen de la disciplina y la exigencia unas virtudes innegociables, estos sargentos de hierro atesoran tantas vivencias juntos que podrían escribir un best-seller para los amantes del deporte de la canasta.

Lo que nunca pudieron llegar a imaginar en su día estos dos compañeros de la mítica Yugoplastika es que más tarde forjarían una de las rivalidades más ácidas del panorama continental. Desde que Ivanovic empezó su longeva carrera en los banquillos, han protagonizado más de 30 enfrentamientos a cada cual más intenso, áspero y nivelado. La balanza de resultados favorece ligeramente al aprendiz de Bijelo Polje, aunque fue el viejo zorro el encargado de endosar posiblemente la afrenta más dolorosa al ahora técnico baskonista. Aquella Liga ACB que se le escurrió de las manos al antiguo TAU cuando el Buesa Arena ya saboreaba las mieles del éxito a falta de 40 segundos para el epílogo -un guión que ni el peor de los enemigos podía haber diseñado cuya fatídica rúbrica fue aquel maldito triple de Alberto Herreros- tuvo como verdugo a Maljkovic al frente del Real Madrid. Puede que ambos recuerden en el futuro con una pícara sonrisa aquel episodio traumático en la historia azulgrana porque Ivanovic también se erigió con anterioridad en uno de los mayores quebraderos de cabeza de uno de sus mentores.

alegrías y decepciones Y es que el primer momento culminante de sus refriegas se produjo en la campaña 1999-2000. Un desconocido Ivanovic, que por entonces ya se había convertido en el amor platónico de Querejeta al hacer del Limoges francés uno de los bloques más rocosos de Europa y antes había causado furor al frente del Friburgo suizo, remataba un papel histórico con la conquista de la Copa Korac. Su último escollo fue el Unicaja, al que por entonces dirigía un Maljkovic avalado por un palmarés inigualable que incluía la friolera de 4 Euroligas. Los 22 puntos de desventaja (80-58) fueron una losa insalvable para el serbio en el choque de vuelta en el Martín Carpena. El siguiente momento caliente con ambos como invitados de lujo tuvo lugar en la campaña 2001-02 cuando el montenegrino cumplía la segunda temporada de su primer ciclo al frente del Baskonia y Maljkovic continuaba llevando los designios de los malagueños. La superioridad alavesa resultó otra vez incontestable para que la segunda ACB de la historia fuera a parar a las vitrinas del Buesa Arena.

Los siguientes años volvieron a deparar nuevas batallas memorables, aunque esta vez con Ivanovic como timonel de un Barcelona del que saldría por la puerta de atrás. A los mandos de los dos grandes por antonomasia de la ACB en el ejercicio 2005-06, Maljkovic dejó en la cuneta a su alumno en los cuartos de final de la Copa del Rey. Sería una de las primeras decepciones que agotó el vaso de la paciencia de la directiva culé, que no vio en el montenegrino a la figura ideal para reflotar la sección tras aquella concluyente frase que cuestionaba la calidad de la plantilla blaugrana y precipitó su destitución.

El último enfrentamiento entre ambos data de un lejano 12 de junio de 2007. El Buesa Arena acogió aquella matinal del domingo el quinto encuentro de la apasionante eliminatoria de semifinales entre el Baskonia y el Barcelona. Querejeta se había decantado por la experiencia de Maljkovic para coger las riendas del grupo en un momento crítico tras los repentinos problemas cardíacos sufridos semanas antes por Velimir Perasovic. En lugar de dar continuidad a un Natxo Lezkano que había firmado casi un pleno de victorias durante su corta etapa de seis partidos, el presidente azulgrana apostó sobre seguro en una medida que levantó cierta polémica en el entorno. Ivanovic no se apiadó del equipo de sus amores y clasificó al Barcelona para la final tras un marcador concluyente (79-95), lo que anticipó la cantada salida del serbio de la capital gasteiztarra. El siguiente capítulo de la rivalidad, dentro de 48 horas, también tendrá su miga, ya que ni el Baskonia ni el Cedevita pueden permitirse nuevos tropiezos en la Euroliga.