Vitoria. El Caja Laboral vuelve a vivir al borde del precipicio continental. Todo lo que ganó en Milán lo perdió ayer en el Buesa Arena. El equipo de Dusko Ivanovic hincó la rodilla ante un Anadolu Efes tremendamente sólido que sacó a relucir el carácter provisional de muchas de las soluciones de urgencia con las que el cuadro baskonista insinuó su potencial en los exigentes duelos de la pasada semana.
En una nueva final, otro encuentro en el que sólo valía la victoria, se vio que hay muchas cosas sujetas todavía con cinta aislante. El Baskonia tuvo la victoria amarrada. Hizo lo más difícil, llegar al descanso con una renta que parecía a todas luces definitiva, y luego se deshizo como un azucarillo. Llegó un momento en el que se apagó la luz y ya no volvió a encenderse.
Una derrota ante el Efes, incluso en Vitoria, podía entrar dentro de los pronósticos lógicos. Con lo que nadie contaba era con que llegara como llegó. El mismo equipo que en los dos primeros actos del encuentro desplegó las virtudes que tan atractivo lo hacen para el espectador se vino abajo tras el descanso de manera incomprensible. De anotar 48 puntos en una primera parte primorosa pasó a sumar sólo 16 (7 y 9) en una segunda mitad en la que quedó constancia que todavía queda camino por recorrer.
Lo de ayer podría ser tomado como un borrón sin demasiada trascendencia en el expediente de un equipo que sigue creciendo, de no ser por la imagen de debilidad anímica que por momentos mostró el colectivo -y algunas de sus piezas en concreto- cuando el partido se empinó. El Caja Laboral recuperó algunos de los vicios que tan endeble lo hicieron en las dos campañas precedentes. El Efes subió la intensidad defensiva, frenó la velocidad del juego azulgrana y provocó que afloraran sus problemas en ataque estático. El lanzamiento de tres, en muchas ocasiones sin demasiado criterio, se convirtió en la única alternativa. Pero no funcionó.
Al final del partido resultaba muy difícil de creer lo que había pasado. El equipo azulgrana, que lo hace ya por rutina, ofreció de nuevo una excelente puesta en escena. Guiado por la intensidad con la que se presentó a una cita que sabía crucial para su futuro continental, arrolló de salida a un Efes que tenía otro plan para el partido. Aguardaba su momento. Los pupilos de Ivanovic dominaban el rebote y sacaban una enorme rentabilidad a las opciones adicionales que les concedía el rival para ir amasando las primeras ventajas. Un triple de Tibor Pleiss, que al parecer va a gozar de la misma licencia de la que disponen el resto de interiores para amenazar desde el perímetro, fijó una renta de ocho puntos (15-7) que despertó de manera definitiva al cuadro otomano.
Oktay Mahmuti dispone de un arsenal. Tiene mucho de todo y para todo. Y era lógico que el encuentro, que para los turcos suponía la opción de apartar a un rival de la pelea por el primer puesto, elevara el nivel de exigencia. Fue Jordan Farmar quien irrumpió en escena para mostrar la ruta alternativa, mucho más espinosa, que debería recorrer el Caja Laboral para alcanzar un triunfo tan balsámico como obligado. El antiguo base de los Lakers, uno de los mejores jugadores del torneo, tomó el mando de las operaciones y el Efes reaccionó para comenzar a generar ciertas dudas entre los pupilos de Ivanovic.
el apagón El Baskonia aguantó el primer envite. Bien conducido por un Cabezas que sigue cogiendo el tono y se reveló como una opción más que válida para desatascar, volvió a estirar la renta y alcanzó el descanso con una diferencia que invitaba a presagiar otro desenlace. Pero entonces, tras el paso por los vestuarios, se apagó la luz.
El conjunto otomano comenzó a funcionar y el Caja Laboral empezó a derretirse. La renta se le escapaba entre los dedos como la arena a un Ivanovic que no daba con un remedio en el banquillo. Para cuando se quisieron dar cuenta, los jugadores baskonistas se vieron con una desventaja próxima a la decena y sin tiempo para la reacción. Algunos jugadores trataron de hacer la guerra por su cuenta, pero era tarde. Otros, lo que de verdad resulta preocupante, bajaron de antemano los brazos. El equipo, que sigue creciendo, podía sufrir un bajón. Se esperaba. Pero llegó en el peor momento. Sigue sin ganar en casa en esta Euroliga y deberá remar contra la corriente de nuevo para recuperar sus opciones de clasificación. La amenaza de un segundo año sin Top 16 vuelve a estar presente.