Vitoria. Cuando se confirmó lo que era un secreto a voces y Mirza Teletovic hizo pública su decisión de fichar por los Nets de Brooklyn para emprender su aventura en la NBA, no fueron pocos los que se inquietaron a expensas de que se supiera quién recogería su testigo como gran referente ofensivo del Caja Laboral. Apenas han hecho falta un puñado de amistosos y un par de choques ligueros para dar con la respuesta: nadie. No hay jugador en la actual plantilla del conjunto azulgrana que vaya a asumir el papel de francotirador que interpretaba el bosnio.
Sin embargo, por la configuración de la plantilla da la impresión de que ni siquiera se pretendía buscarlo. En lugar de uno, la nueva versión baskonista tendrá un puñado de anotadores, un amplio abanico de hombres de calidad capacitados para sumar y permitir que el equipo, como parece, aspire a sumar victorias con marcadores mucho más amplios de lo que Ivanovic ha acostumbrado a la parroquia.
El nuevo proyecto azulgrana no esconde sus cartas. Las has puesto sobre la mesa desde el principio. Se vio en Zaragoza, donde un rival mucho más rodado condujo al fracaso la apuesta vitoriana, y se volvió a ver ayer en el Buesa Arena, donde confluyeron los hechos de que el contrincante era mucho menos sólido que el CAI y, además, el trabajo en la centrifugadora de Zurbano comienza a dar sus frutos. A falta de argumentos sólidos en defensa, un mal que corre riesgo de convertirse en endémico y habrá que ver hasta qué punto compromete sus opciones de éxito, este Baskonia expone su arsenal ofensivo como aval para recuperar la ilusión de su hinchada.
Hasta seis jugadores superaron ante el Cajasol la decena de puntos en lo que quedó retratado como una tremenda exhibición de poderío ofensivo colectivo. Y pudieron ser siete, porque Taylor Rochestie, que cuando recibe licencia para tirar se convierte en un jugador muy difícil de parar, se quedó en nueve. Oleson (16), Nocioni (14), Lampe (14), San Emeterio (12), Causeur (12) y Nemanja Bjelica (11) compartieron peso y méritos en un equipo en el que ningún jugador lanzó más de once veces a canasta.
En el nuevo Caja Laboral hay muchos granos para hacer granero. Aunque por momentos se impone la impresión de que lo que entra por una puerta puede escaparse por la otra. Si bien Ivanovic sigue atando en corto al equipo, continúa sin soltar rienda para que corra, el juego se antoja mucho más alegre en ambos lados de la cancha. Dicho de otra manera: por estilo, el Baskonia va a tener que anotar mucho para ganar, porque también parece que va a recibir muchos puntos.
Así las cosas, si no media algún fenómeno paranormal que inyecte capacidad defensiva a un plantel que no anda sobrado en este apartado, el púgil azulgrana va a seguir fiando su suerte a su pegada. Por fortuna para el baskonismo, la variedad de golpes es amplísima.