vitoria. Suele decirse que el deporte, como la vida, no concede segundas oportunidades. Carlos Cabezas, sin embargo, se ha ganado el derecho a replicar esta máxima. El jugador malagueño, en las filas del CAI Zaragoza durante las dos últimas temporadas, regresa a la élite. El Baskonia hizo oficial ayer lo que DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA adelantó el pasado martes: el base formado en la cantera de Los Guindos firmó el lunes un contrato con la entidad baskonista que lo convierte en jugador azulgrana hasta junio de 2013. A punto de cumplir 32 años, pero con la ilusión de quien quiere, necesita, casi ansía reivindicarse tras dos años apartado de los focos de la Euroliga, Cabezas regresa a un equipo con obligación de pelear por los títulos. Dusko Ivanovic, poco amigo de los experimentos, está de enhorabuena. Dispondrá a partir de mañana, cuando el último fichaje baskonista se sumará al resto de sus compañeros, de un jugador de una tremenda calidad y experiencia pero también con un insaciable apetito de gloria individual y colectiva. El matrimonio se antoja beneficioso para ambos contrayentes.

Josean Querejeta y su equipo han encontrado en el jugador malagueño la figura que ofrece respuesta a todos los desvelos que produjo en el seno del club la marcha de Prigioni a los Knicks. El argentino, más allá de su condición de cupo, se erigió el pasado curso en uno de los grandes referentes del plantel. Aportó experiencia, cordura y carácter. Y todo esto se le va a exigir a Carlos Cabezas, un jugador que asume el reto, que reúne esas cualidades y que además aporta un carné nacional que siempre facilita las cosas a la hora de confeccionar el equipo.

Ni Querejeta ni Ivanovic habían contemplado en ningún caso la opción de afrontar toda la temporada con una pareja de bases compuesta por Thomas Heurtel y Taylor Rochestie. Y en el mercado había muy poco donde escoger. Desde luego, nada que se aproximara ni de lejos a Cabezas, un jugador que llega libre tras el pacto de caballeros que sellaron el Baskonia y el CAI Zaragoza -que ha estado trabajando en la incorporación de Esteban Batista- y cuyo conocimiento de las competiciones en las que peleará el combinado azulgrana no genera dudas.

A la tercera va la vencida. Cabezas ha estado dos veces muy cerca de Vitoria. Hace dos veranos, antes de que acabara firmando por el CAI, la operación se acabó frustrando por un cambio de planes de la entidad de Zurbano. Pero su rendimiento en la capital mañana, donde ha ejercido estos dos ejercicios precedentes como uno de los grandes líderes de su equipo, han acabado de convencer al Baskonia. Cabezas, no en vano, firmó la temporada pasada los mejores registros numéricos de su carrera en la ACB. Y no es una cuestión baladí, teniendo en cuenta que el director de juego malagueño acumula 396 partidos en la competición doméstica desde que debutó en la 1999-2000 con el Unicaja.

Cabezas, genética de ganador, ha coleccionado un sinfín de títulos desde que emprendió su carrera. Los tiene casi todos. Es más, incluso antes de debutar en ACB ya se había hecho un nombre, puesto que formaba parte de aquel mítico equipo de los Junior de Oro que se adjudicó el título mundial en Lisboa. Campeón de la ACB (2006), de la Copa del Rey (2005) y de la Korac (2001), ha tomado parte en varias de las exhibiciones de la mejor generación histórica de la selección española. En 2006 ayudó a los Gasol, Navarro, Garbajosa, Jiménez y compañía a dinamitar todos los pronósticos y conducir a la España de Pepu Hernández al oro en el Mundial de Japón. Tras sumar una plata en el Eurobasket de 2007, dos años después cató el oro continental en Polonia, esta vez con Sergio Scariolo, el mismo que se lo llevaría al Khimki, como seleccionador.

Todos aquellos éxitos no colmaron su apetito de gloria. Carlos Cabezas quiere más. Su hambre supone una inyección adicional de ambición en el vestuario de un equipo que lleva dos años sin catar un título.