Vitoria. Donde antes extraía petróleo de mercados desconocidos para la mayoría, ahora se conforma con jóvenes de un nivel discutible que, en algunos casos, abandonan el Buesa Arena por la puerta de atrás. Si el Baskonia se diferenciaba hace no mucho del resto por su asombrosa habilidad para hallar mirlos blancos antes que nadie en lugares recónditos donde no existían emisarios de otros conjuntos, hoy en día florece una sensación de vacío bajo la que emerge una de las poderosas razones de su pérdida de competitividad. Si bien todavía figuran elementos a seguir de cerca como Devon Van Oostrum, los hermanos Diop -sobre todo, Ilimane-, Sandro Gacic, Daniel Bordignon o Carlos Martínez que no invitan a perder del todo una fe cada vez más alicaída, su progresión tiene escasos visos de reeditar los álgidos dividendos proporcionados por algunos iconos que vienen a la mente con suma facilidad.
Scola, Splitter, Nocioni y Calderón se hicieron hombres en la centrifugadora de Zurbano, donde más allá de su innato talento trabajaron de lo lindo para alcanzar la cima. Aquella época de vacas gordas ha dejado paso a una colección de fracasos y, por ende, el club vitoriano está perdiendo ese factor sorpresa para competir con los grandes transatlánticos continentales. Josean Querejeta encontró en su día una inconfundible pócima del éxito que ahora carece de continuidad para desasosiego de una masa social que asiste inquieta a la pérdida de pujanza deportiva del equipo en estas dos últimas temporadas. Y no es precisamente porque Alfredo Salazar y Juan Pedro Cazorla, los encargados de ese minucioso rastreo, no trabajen a destajo en una búsqueda crucial para que el Caja Laboral siga sobreponiéndose a la incesante pérdida de estrellas con destino a la NBA.
El problema es que hoy en día existe poco donde elegir. A diferencia del pasado, muchos imberbes, inducidos por la codicia y mal aconsejados por su entorno, ya no quieren pasar por el aro y firmar contratos de duración con unas onerosas cláusulas de salida. Uno de los casos más llamativos ha sido el del croata Dario Saric. El flamante fichaje del Bizkaia estuvo hace años varios días en Vitoria acompañado de su familia. El Baskonia le extendió un contrato por ocho años y cerca de tres millones de euros, pero su objeto de deseo le dejó a a última hora en la estacada para acabar recalando en las filas del KK Zagreb.
una búsqueda compleja Entre que la calidad de los jóvenes ha mermado de manera considerable, su ética de trabajo también resulta cuando menos discutible, los agentes ofrecen sin escrúpulos el producto al mejor postor a una edad adolescente sin que sea posible cuantificar los riesgos de la inversión y la competencia es feroz con los colmillos de los adinerados rivales bien afilados para atrapar a la presa, el Baskonia está perdiendo su célebre fiabilidad para reclutar a esos jóvenes que le darían un plus para neutralizar su menor poder adquisitivo.
Dos fallidas apuestas como Matías Nocedal y Dejan Musli ilustran la desazón que invade a la afición azulgrana. Si la salida del argentino era algo previsible tras percatarse los rectores de su escaso nivel, la reciente rescisión del poste serbio ha constituido un jarro de agua fría. Precedido de una excelente fama después de dominar con puño de hierro las categorías inferiores del baloncesto continental, su evolución representó un absoluto fiasco. Ivanovic nunca vio en él a alguien útil, al igual que los técnicos de los varios equipos a los que fue cedido como Porfi Fisac. Todos coincidieron en censurar su nulo sacrificio. Sin embargo, no están siendo los únicos. Con más años que sus predecesores, Nemanja Bjelica y Heurtel también son ejemplos de la dificultad que va a encontrar el Caja Laboral para seguir rentabilizando la futura marcha de sus diamantes a Estados Unidos. Nadie discute su talento, pero sí otras aristas imprescindibles para el crecimiento como una gélida personalidad, un carácter blando para revolverse ante las dificultades y la ausencia de una mentalidad de hierro para mejorar. Con el serbio, eso sí, no se quiere tirar la toalla.