oscar san martín
El desconcertante Baskonia que ha sido una triste sombra de sí mismo durante infinidad de meses incapaz de encontrar la brújula que le marcase el camino a seguir oposita para su cuarta Liga ACB de la historia. Si el equipo y, sobre todo, la afición necesitaban un clavo ardiendo al que agarrarse para que una temporada plagada de sinsabores virara de rumbo, éste aconteció ayer en el Palacio de los Deportes. La mejoría atisbada durante las últimas semanas quedó refrendada en la pista del, con permiso del Barcelona, principal candidato al título en todas las apuestas. La tropa alavesa asestó un puñetazo en la mesa para recuperar a las primeras de cambio el factor cancha. Y lo hizo con suma autoridad, dosis de sangre fría y una personalidad atronadora en los momentos críticos. El Buesa Arena ya está en condiciones de asistir a la defunción merengue, pero nadie puede descartar otra alegría en el segundo asalto vista la inferioridad de un Madrid sin argumentos para desplegar su dinámico y vistoso juego.
Amputado por los pegajosos grilletes azulgranas que impidieron a sus gacelas salir a la carrera y huérfano de soluciones para contrarrestar el demoledor baloncesto coral visitante, el cuadro de Laso quedó arrastrado hacia un epílogo funesto para sus intereses. Nocioni se erigió en un triste fantasma a lo largo de los peores cuatro minutos de su carrera y Teletovic paseó una anarquía perniciosa, pero los restantes gladiadores de Ivanovic cumplieron el cometido a la perfección. El Baskonia aceptó gustoso el intercambio de golpes durante tres cuartos antes de aplicar cloroformo en el epílogo a un partido resuelto de manera impensable. Del 65-62 que brillaba en el eléctronico a siete minutos para la conclusión al definitivo 71-81 únicamente hubo margen para constatar la ansiedad y la desorientación de un anfitrión errático desde el perímetro así como el oficio de conjunto grande de un Baskonia que se encuentra sumergido de largo en el estado más dulce de la temporada.
Ganará o perderá en función de pequeños detalles -sus concesiones en el rebote defensivo y el flojo porcentaje desde la personal emergen como las asignaturas pendientes para este sábado-, pero este sí es un grupo reconocible al que la vuelta de Lampe ha proporcionado un plus en todas las facetas. El polaco, pieza elegante y plástica donde las haya cuya conexión con Prigioni resultó indescifrable para la tibia defensa blanca, reivindicó su enorme categoría. No sólo enloqueció a todos sus espigados pares, impotentes para salir a cinco o más metros del aro, neutralizar su primorosa muñeca o incluso frenar su delicioso juego de pies, sino que creó un cortocircuito bestial en el engranaje de Laso.
Atasco madridista Si el Baskonia profanó una pista hasta la fecha casi inabordable también fue posible gracias a una optimización de sus recursos y el sobresaliente trabajo de fontanería para reducir el vertiginoso ritmo de un rival confuso en el juego estático. Prigioni gobernó el tempo a sus anchas mientras sus pares se perdían en decisiones individuales, Oleson y San Emeterio dotaron de mordiente en la sombra a un perímetro afilado, Nemanja Bjelica -¿qué ha sucedido con él durante el anterior año y medio?- firmó otra actuación de ensueño y Milko dio síntomas de recuperación para salir del purgatorio. Sólo Teletovic y Nocioni desentonaron sin que, a la postre, la victoria se viese discutida.
El Madrid, sostenido a lo largo de todos estos meses por su devastador caudal ofensivo, se quedó sin combustible en el peor momento víctima de su aciago punto de mira. Después de que Sergio Rodríguez fijara el momentáneo 67-65 en el minuto 34, el cuadro alavés exhibió una defensa de hierro que cercenó las esperanzas locales. Cuatro tiros libres a cargo de Velickovic y Reyes constituyó el escuálido bagaje mientras en el otro lado fluía a borbotones la clarividencia y la paciencia necesarias para reventar el partido resuelto con más sufiencia de la esperada. El nuevo clásico que presuponían los entendidos de cara a la final comienza a estar en tela de juicio. El corazón baskonista vuelve a latir con fuerza ante la resurrección de un grupo que ofrece renovadas hechuras tras meses de amargos desencantos.