Vitoria. El Baskonia se quitó ayer un enorme peso de encima para acariciar el billete hacia la semifinal liguera. Soportó la presión que implicaba este primer asalto tan trascendental de cara a su supervivencia liguera y, pese a que se le vio excesivamente atenazado por los nervios durante el típico partido del play off a cara o cruz, cumplió un objetivo ineludible para prolongar el sueño de la cuarta ACB de la historia. No lo tuvo fácil porque el Bizkaia, a diferencia de lo sucedido en los últimos derbis convertidos en una alfombra roja para el lucimiento azulgrana, vendió cara la piel hasta prácticamente el último minuto de la contienda.
Ocho puntos consecutivos de Teletovic cuando el balón quemaba a todos los protagonistas acabaron marcando la diferencia. El bosnio entró en erupción en el momento propicio para salvaguardar la integridad alavesa, comprometida al máximo por un rocoso cuadro vizcaíno al que se le hizo demasiado largo un partido que arrancó con excelentes porcentajes por ambos contendientes y, en cambio, desembocó como un manojo de nervios sin que casi nadie encontrara una rendija para la anotación. No fue un triunfo estético ni precedido de buen juego, pero sí en cambio labrado a base de ingentes dosis de oficio y sangre fría. Y en este tramo de la temporada se trata de esto, de apelar a la practicidad y dejar las exquisiteces para mejores épocas.
Pese a que Lampe y Nocioni volvieron a ser figuras decorativas en el epílogo o la nula mordiente de sus escoltas, el Baskonia se agarró a los arrebatos de calidad de su capitán, las tablas de Prigioni, la célebre habilidad de San Emeterio en las penetraciones y el colosal despliegue físico de un Nemanja Bjelica que definitivamente quiere hacerse un hombre de verdad para tomar parte en estas ásperas refriegas. Por contra, el Bizkaia fue acusando el peaje de las faltas de sus hombres altos y, visiblemente engullido por el esfuerzo, careció del instinto asesino imprescindible para profanar la pista alavesa.
Si el conjunto vitoriano no sentenció mucho antes fue tristemente por la bisoñez de un Heurtel al que esta clase de partidos retratan para mal. El galo estaba cumpliendo con suma dignidad hasta que encadenó dos pésimas acciones que hunden a uno en la miseria más absoluta. Con 63-59 en el marcador, erró una bandeja en solitario tras un contragolpe y, todavía relamiéndose por el error anterior, incurrió en otra pérdida ingenua que volvió a estrechar el marcador. Repuesto de estas acciones y con Prigioni de nuevo imponiendo cordura al frente del timón, todo volvió a la normalidad.
Un gélido inicio Evidenció desde el salto inicial un Bizkaia dinámico y de gatillo fácil que la primera victoria no sería ni mucho menos un camino de rosas. Emergió un partido jugado de tú a tú en el que los ataques se impusieron a las defensas durante los treinta minutos iniciales. La supremacía exhibida por el Baskonia en los dos últimos duelos apenas se dejó sentir en una eléctrica primera mitad presidida por las ligeras ventajas visitantes. Solo los fogonazos ofensivos de Teletovic y Lampe minimizaron el excelente arranque vizcaíno.
El cuadro de Katsikaris necesitaba creer en sus posibilidades y olvidar el mal sueño de los últimos precedentes. Para ello, nada mejor que meter el miedo desde los compases iniciales y aprovechar las desconexiones alavesas en labores de contención. El dinamismo de Jackson en la dirección, los réditos de la apuesta de Mumbrú como falso cuatro y el letal acierto de los exteriores, encabezados por Vasileiadis, edificaron las mínimas rentas en contra que instalaron la zozobra en el Fernando Buesa Arena.
En medio de un arbitraje demencial que fue repartiendo errores sobre la marcha y crispando el ambiente con varias decisiones delirantes, el Baskonia tiró del talento y calidad de su plantilla para golpear primero. La serie se traslada ahora a Miribilla con la sensación de que sería positivo sentenciar cuanto antes para ahorrarse otra ración de suspense en un desempate al filo de la navaja. Este domingo emerge la oportunidad ideal para desquitarse de la dolorosa cornada continental.