Vitoria. Cuatro cualificados reyes en busca del trono más preciado. El principal tirano de la última década liderado por ese devorador de títulos llamado Zeljko Obradovic (Panathinaikos), una galáctica constelación de estrellas encabezadas por el colosal Andrei Kirilenko (CSKA), otro clásico de Europa revitalizado por la trayectoria más solvente de la presente temporada tras haber perdido un único partido, en Siena, de los diecinueve disputados (Barcelona) y el invitado sorpresa con el que nadie contaba en las quinielas previas vista la drástica reducción de presupuesto que habían emprendido sus dueños -los hermanos Angelopoulos- para este ejercicio víctima de la galopante crisis mundial (Olympiacos). Es el fascinante cartel de la Final Four de la Euroliga que arranca esta tarde en el Sinan Erdem Arena de Estambul, un pabellón moderno inaugurado en 2010 con motivo del Mundial celebrado en Turquía donde pueden congregarse un máximo 15.000 espectadores.

Atenienses y rusos se medirán en una apasionante primera semifinal con aroma a final anticipada. Ese choque de altos vuelos, previsto a las 17.00 horas, precederá la disputa de la segunda (20.00 horas) entre la tropa culé y el conjunto afincado en El Pireo. Esta vez, el pronóstico está ligeramente decantado hacia el vigente campeón de la ACB, que intentará añadir la tercera Euroliga a su palmarés. Los ganadores de ambos encuentros medirán sus fuerzas el domingo a partir de las 20.00 horas. Un espectáculo por todo lo alto para seguir las evoluciones de Diamantidis, Kirilenko, Teodosic, Navarro, Lorbek o Spanoulis, posiblemente los nombres más sugerentes que acoge Turquía.

En una competición con un acentuado carácter mercantilista donde el capitalismo y la opulencia de los ricos está vetando durante las últimas ediciones la posibilidad de que se incruste alguna perita en dulce en la reunión tan elitista que se celebra por estas fechas, comparecen en tierras otomanas cuatro gigantes de la canasta cuyos méritos han sido más que evidentes. De ahí el signo incierto respecto a la identidad del ganador en vísperas del salto inicial. Por el camino se han quedado otros clásicos continentales como el Maccabi, el Montepaschi, el Real Madrid o el Baskonia, que ni siquiera superó la primera fase en un lote aparentemente asequible, y sobre todo los adinerados clubes turcos que invirtieron ingentes sumas de dinero para reforzar sus plantillas. Todo estaba preparado para que Fenerbahce y Efes Pilsen asaltaran el título al amparo de sus calientes aficionados, pero ambos han fracasado sin paliativos. Salvo la aparición del Olympiacos, al que ese viejo zorro de los banquillos llamado Dusan Ivkovic ha conducido hacia un éxito impensable con unos medios limitados, los restantes tres clasificados sí entraban en las quinielas de todos los entendidos cuando arrancó el torneo en octubre del año pasado. Por factores como la tradición, la experiencia y la calidad de sus plantillas, Panathinaikos, CSKA y Barcelona están donde tienen que estar.

Los frutos de la filosofía implantada por Jordi Bertomeu, un directivo con afán recaudador que inició una guerra contra la ACB mediante la instauración del sistema de licencias fijas que garanticen la permanencia de todos los grandes casi de por vida en su casa y que pretende novedades significativas para la próxima temporada, se dejan sentir. Los modestos son cada vez más modestos y los colosos apenas ven discutida su supremacía. De cara al año que viene, donde los partidos se disputarán el jueves y el viernes para evitar la competencia de la Liga de Campeones de fútbol, se aumentarán las jornadas del Top 16 con la apuesta por dos grupos de ocho equipos cada uno. Sin embargo, casi todo tendrá visos de seguir igual con un play off previo a la Final Four al mejor de cinco encuentros que reduce el margen de sorpresa.

una final anticipada Volviendo a la cita de Estambul, los mediáticos focos apuntan a la primera semifinal como la más nivelada. Frente a un CSKA confeccionado a golpe de talonario para recuperar la gloria perdida que finalmente podrá contar con Nenad Krstic en la zona, Zeljko Obradovic deberá sacarse varios conejos de la chistera para allanar el camino hacia la novena Euroliga de su impoluta trayectoria. La riqueza táctica del técnico nacido en Cacak, un genio de los banquillos inquieto ante la posible marcha de los hermanos Giannakopoulos y la llegada de un inversor ruso al club del trébol, y la solidez de su vieja guardia, encabezada por Diamantidis y Batiste, se opondrán al inmenso talento de los moscovitas. El CSKA dispone de una plantilla incomparable a la que Kirilenko otorga un plus en todas las facetas, pero su solvencia y estabilidad como colectivo quedaron en el aire en la eliminatoria de cuartos de final ante el animoso Bizkaia.

Si en esta semifinal no emerge un favorito claro, el Barcelona sí afronta su duelo ante el Olympiacos del exbaskonista Joey Dorsey con la sensación de sentirse superior. La más que probable ausencia de Papadopoulos, lesionado en una rodilla, deja tocada la pintura helena ante un ogro catalán que tanto en la ACB como la Euroliga se está mostrando inabordable. Será una de las últimas oportunidades para que la veterana plantilla catalana, llamada posiblemente a desmembrarse este verano, ponga el broche de oro a un ciclo triunfal. Si Juan Carlos Navarro, renqueante de nuevo de su fascitis plantar, mantiene su prodigioso estado de forma, todo será más fácil. Tras los éxitos de la Ciudad Condal (2003) y París (2010), el barcelonismo anhela la tercera corona.