La consigna era diáfana para uno y otro equipo antes de que arrancara este duelo estelar de la Liga Endesa. Para el Caja Laboral, contener las embestidas interiores de los versátiles pívots blancos. Para el Real Madrid, castigar de forma impía la mermada pintura de los alaveses.
Conscientes de su inferioridad con respecto a los madridistas en este sentido, los jugadores dirigidos por Dusko Ivanovic se conjuraron para evitar lo que se atisbaba como una sangría anotadora por parte de su rival de ayer tarde. Por momentos lo consiguieron. Influyó la prematura baja de Mirotic, pero no hay que robar mérito a una plantilla baskonista que defendió con uñas y dientes, con solidaridad y mentalidad colectiva plasmada en oportunas ayudas, su feudo interior.
Existía un elemento, a priori, favorable: con la filosofía de juego veloz imprimida por Pablo Laso a este Madrid, se intuía que no jugarían cien por cien interior aunque, por supuesto, aprovecharían esta laguna en el juego defensivo vitoriano.
La premisa se cumplía en la primera mitad de encuentro. Con 17 puntos de los interiores blancos al descanso, el balance era aceptable. Teletovic defendía con cabeza, sin ir al tapón, aguantando a su hombre, como lleva haciendo desde el comienzo del presente curso. El bosnio contenía a sus pares, aunque se batiera con jugadores de corte puramente interior como Reyes, pese a su reconversión de los últimos tiempos y pese a que el cordobés acabara el choque con 18 puntos y 10 rebotes.
El juego implantado por Laso asegura, como se mencionaba con anterioridad, contraataques, cortes, juego rápido. Y en esto se apoyaban los interiores madridistas. Apenas se buscaba jugar de espaldas a canasta. Begic y Tomic cortaban cada vez con más fe y ejercían de trailer en los contragolpes. Pero los azulgrana contenían las arremetidas rivales todos a una, sin fijarse en la talla.
Un respaldo que no se extendería mucho más allá del tercer cuarto. Milko Bjelica, aquejado por las faltas, apenas contaba y Nemanja hacía patente tanto su implicación como su alarmante bisoñez. El Baskonia perdió, pero aguantó el torbellino tres cuartos de encuentro apoyándose en los estándares del carácter baskonista. Hay esperanza.