Vitoria. Cuando Dusko Ivanovic llegó a Barcelona en el verano de 2005, una pregunta sobrevolaba la Ciudad Condal. ¿Sería el exigente técnico montenegrino capaz de hacer explotar a una joya en ciernes como Jordi Trías? En el club blaugrana tenían muchas ilusiones depositadas en este espigado pívot al que habían recuperado ese mismo verano tras haber estado cedido un año en Girona, donde se formó como jugador.

Ahora, tan sólo esperaban que el balcánico, un técnico capaz de pulir jóvenes de gran proyección como ya demostrara en el Baskonia, hiciera lo mismo con Trías en el Barça. Los inicios fueron duros. Muy duros. De hecho, el poste catalán tuvo una participación más que testimonial en la primera temporada de Ivanovic en can Barça. Ese año, el cuatro gerundense tan solo actuó una media de 12 minutos en los que promedió 5 puntos y 2 rebotes para una valoración de 7 puntos.

No fue el único que pagó el peaje de la exigencia de Ivanovic. Jordi Trías, como otros pívots de la factoría Dusko, se pasó la mitad de la temporada pasada chupando banquillo con Marc Gasol. Eso sí, la actitud de uno y otro ante su suplencia fue bien distinta.

Y es que mientras el hermanísimo se lo tomaba como algo personal, Trías intentaba comprender lo que le pedía Ivanovic. Ahí empezó a ganarse al preparador balcánico. El exjugador del Girona se aplicaba en el trabajo diario, trataba de aprender los movimientos defensivos que le pedía su técnico y pulir a su vez los detalles que impedían su progresión.

Cada día que pasaba, el jugador se iba ganando aún más la confianza de Dusko. Ivanovic tenía en Trías otro guerrero. Un jugador de su agrado como en su día lo fue Sergi Vidal en el Baskonia. Trías comprendió también que a partir de la defensa se podrían ver sus cualidades. Eso sí, no solo en el trabajo atrás se ganó una mayor presencia de minutos en cancha.

VERSÁTIL Y RÁPIDO De la mano de Dusko Ivanovic también se vio a un jugador de 2,08 metros de altura capaz de subir el balón con velocidad y eficacia y además dirigir contraataques letales para el contrario. Trías se hacia un hueco. Los números así lo constatan. Y es que en la segunda vuelta pasó de jugar cinco minutos a hacerlo todo el partido, todo lo contrario que Marc Gasol, quien víctima de su arrogancia seguía cumpliendo su castigo chupando banquillo. Trías no. Este ya se había ganado a Dusko con su trabajo y sacrificio.

La disciplina que tenía el jugador convenció definitivamente al técnico montenegrino. Trías era el obrero de un poderoso Barça lleno de rutilantes estrellas. Eso sí, un obrero con galones, ya que Ivanovic tenía plena confianza en él. Por eso le situó como el principal relevo de Vázquez desplazando en su momento a Kakiouzis a jugar de tres.

Todo con tal de que Trías, uno de los fieles de Ivanovic desde mediado del curso 2005-06, tuviese más minutos en cancha. El exjugador de Casademont restó presencia en el parqué durante la etapa de Ivanovic en el Barça a interiores de la talla de Marconatto, Marc Gasol, Bouroussis y Kasun.

un mes de galardones Y es que su crecimiento de la mano de Dusko Ivanovic fue espectacular. Buena prueba de ello es que en la temporada siguiente, la 2007-08, el jugador duplica su presencia en pista al pasar de una media de 12 minutos a 20 y también crece de manera notable su aportación al equipo. Ese curso, en el que es un fijo para el de Bijelo Polje, Jordi Trías logra 11 de valoración por partido gracias a sus 6 puntos, 5 rebotes, 2 asistencias y un robo de media.

Ese año fue incluso el mejor jugador nacional del mes de febrero y también se hizo en esas fechas con el MVP de la Copa del Rey conquistada por el Barcelona ante el Real Madrid. A pesar de que el alapívot gerundense no fue el jugador con mejor valoración de la final, ya que le superaron Lakovic y Grimau, Trías enamoró durante los tres encuentros del Barça en Málaga. Había nacido una estrella.

Por eso, no es de extrañar que al final de esa temporada los rectores del conjunto blaugrana hiciesen un notable esfuerzo para renovarle. Trías se hizo con un contrato de lujo para las siguientes cuatro campañas a razón de 750.000 euros cada una de ellas.

El peso del interior dentro del equipo era cada día mayor. Y es que además, ese mismo verano pasó a ser el segundo capitán de la plantilla azulgrana, por detrás de Roger Grimau. Ambos eran entonces los pesos pesados del vestuario, la guardia pretoriana de Dusko Ivanovic.

al ostracismo con pascual Sin embargo, la historia daría un giro radical siete meses después tras el cese del técnico montenegrino víctima de los discretos resultados del Barça. Trías veía cómo el entrenador que le había esculpido y con el que había explotado se marchaba de su lado. La salida de Ivanovic provocó el desplome del jugador. En el último partido con Dusko había disputado 31 minutos. Pues bien, en el primero con Pascual se quedó en 19 y en siete de los ocho últimos no llegó a estar en pista ni diez.

Trías se había ido. De hecho, al año siguiente pasó a ser el quinto pívot tras Lorbek, Vázquez, Morris y N'Dong y disputó tan solo siete minutos de media. El gerundense permanecería una segunda temporada más de las cuatro que firmó en Barcelona, también eso sí con unos números discretos -2 puntos, 2 rebotes y 2 de valoración en 8 minutos- antes de emigrar a Badalona.

En la Penya tampoco ha vuelto Trías por sus fueros, pese a mejorar en parte sus números -6 puntos y seis rebotes para una valoración de 10 puntos en 26 minutos el pasado curso-, mientras que en esta su presencia en cancha ha caído hasta los 12 minutos y solo promedia cuatro puntos y tres rebotes.

Está claro que Jordi Trías ya no es el mismo desde que Dusko Ivanovic no está a su lado. Esta tarde, ambos cruzarán de nuevo sus caminos y al hoy cuatro verdinegro seguro que le vienen buenos recuerdos. De hecho, cuando el técnico montenegrino fue cesado, Trías no quiso pasar por alto la importancia que él había tenido en su explosión como jugador. "Me he llevado muy bien con Dusko y he aprendido mucho de él", dijo entonces el obrero que moldeó Ivanovic.