Reza el refranero que si errar es de humanos, rectificar es de sabios. Por esta regla de tres, insistir en el error debe de ser la conducta habitual de los necios. Por ese camino de estulticia baloncestística parece haber optado este Caja Laboral, que un año después ha vuelto a caer en los mismos vicios temerarios y se ha complicado de manera inncesaria una clasificación para el Top 16 que tenía al alcance de la mano. La inesperada y merecida derrota ante el Gescrap Bizkaia ha situado grisáceos nubarrones sobre la peregrinación continental del equipo vitoriano, que parece decidido a rememorar las angustias que regaló a su hinchada la pasada campaña antes de certificar su acceso a la segunda fase de la Euroliga.

Hacía casi una década que el Baskonia no comenzaba con tan buen pie como lo ha hecho este año su participación en la Euroliga. Las tres victorias cosechadas en las tres primeras citas (Fenerbahce, Cantú y Olympiakos) han permitido al conjunto de Dusko Ivanovic igualar su mejor arranque histórico en la competición, que databa de 2002. Al final se ha demostrado que ese paso firme con el que marchaba por la Euroliga era sólo un espejismo. El castillo de naipes que ocultaba la realidad se ha desmoronado con las dos derrotas encajadas de manera consecutiva. La segunda, en su propio feudo, puede llegar a resultarle muy cara a un colectivo que afronta la segunda vuelta de esta liguilla inicial con la obligación de realizar tres desplazamientos (Cantú, Atenas y Bilbao) y sólo gozará de dos citas ante su afición (el próximo jueves ante el Fenerbahce y la penúltima jornada frente al Nancy) en las que deberá mejorar sus prestaciones para evitar la eliminación.

En realidad, esta sensación de vértigo no resulta novedosa para la parroquia baskonista. Es más, resulta extrañamente familiar; próxima en el tiempo. El equipo de Dusko Ivanovic, que tanto la pasada campaña como la presente carece de su histórica y granítica solidez, ya vagó por la cuerda floja hace doce meses. El curso precedente sufrió e hizo sufrir a su hinchada tras verse inmerso en la peor racha que se le recuerda en años. Tras haber estrenado la Euroliga con dos triunfos en apariencia convincentes, para el entonces campeón liguero todo pintaba de color de rosa. Nada más lejos de la realidad.

Cinco derrotas consecutivas, algunas dolorosas por darse en el Buesa Arena ante equipos teóricamente inferiores como el Prokom o el Zalgiris, despertaron a muchos del sueño y reflejaron la cruda realidad que aguardaba en un futuro inminente. Por primera vez desde 2005, el conjunto vitoriano cerró un ejercicio en blanco, sin un título que echarse a la boca. Es más, desde la temporada 2001/02 (la del doblete de Ivanovic) no se recordaba un año que se consumiera para el equipo azulgrana sin disputar una final.

Al final el Baskonia reaccionó, ganó sus tres últimos partidos de la primera fase, entró al Top 16 y volvió a colarse entre los ocho mejores equipos del continente. Este año parece que los patrones se asemejan. Pero todavía queda mucho tiempo. Ivanovic, aunque porfía en métodos, es un hombre sabio. Si detecta algún error, es de suponer que rectificará.