Vitoria. Si alguien está sufriendo los rigores de un equipo que no cautiva y está todavía muy lejos de las expectativas iniciales, ése no es otro que Pablo Prigioni. Acostumbrado en sus años más dorados en la capital alavesa a convivir en el mismo vestuario que estrellas de la canasta como Luis Scola y Tiago Splitter, con quienes formó la conexión más letal que se recuerda con su célebre pick and roll que fue la envidia de toda Europa, el base nacido en Río Tercero se muestra ahora impotente para desplegar su magia con regularidad al frente de este Caja Laboral italianizado que sobrevive gracias a su destajista esfuerzo defensivo -al menos, ante los rivales pequeños- y que rara vez está superando los 80 puntos en este inicio de temporada.

La consecución de cualquier automatismo siempre necesita su tiempo y hasta las parejas más fructíferas forjadas en el mundo de la canasta precisaron de un margen prudencial para entenderse sobre una pista de baloncesto. No obstante, se desconoce aún si Prigioni, también más veterano pero con las tablas suficientes para continuar impartiendo magisterios, se sentirá en el actual Baskonia tan cómodo como antaño para ejecutar nuevamente el bloqueo y continuación que le convirtió en uno de los mejores timoneles del panorama continental. De momento, se le resiste la búsqueda de un socio al que pueda nutrir de balones para, de esta manera, dar fluidez al ataque de un equipo que, incapaz de correr, se estrella sistemáticamente en el juego posicional ante toda clase de rivales que hagan gala de un mínimo de orden y disciplina táctica.

Txus Vidorreta, buen conocedor del manantial de juego que está capacitado para ofrecer el argentino, tejió ayer una tela de araña en el Iradier Arena que impidió al ex del Real Madrid y, por ende, al conjunto vitoriano desenvolverse con comodidad. Uno de los que más sufrió fue Prigioni, que apenas pudo sacarse conejos de la chistera para dar sentido al juego colectivo azulgrana cuando la aguerrida defensa del Lucentum ya estaba formada. El internacional albiceleste no acierta a compenetrarse con los actuales pívots del equipo, tal y como lo hizo en su día con los actuales interiores de los Rockets y los Spurs respectivamente. Dorsey, un poste eminentemente físico y llamado únicamente a efectuar el trabajo sucio, carece de las condiciones técnicas y del conocimiento del juego para erigirse en su aliado. Seraphin, con más movilidad, agilidad y habilidades ofensivas que su compañero, tampoco acierta de momento a aprovechar esa fuente de alimentación que podría dejarle en franquía más a menudo ante el aro rival. Milko Bjelica, por último, tiende a moverse lejos del aro y esquiva la posibilidad de avanzar hacia dentro. Un problema, por tanto, de difícil solución que obliga al Caja Laboral a tirar de sus bomberos más seguros (San Emeterio y Teletovic) para ir solventando sus encuentros.