vitoria. La mano de Dorsey empieza a tomar vida propia por encima de su dueño. Desde que el pívot norteamericano se incorporara a la disciplina azulgrana un día antes de disputar la Supercopa, la mayor parte de las noticias que los seguidores baskonistas han podido llevarse a la boca sobre el jugador tienen más que ver con su lesión que con su rendimiento en la cancha. Y, salvo sorpresa, las cosas seguirán así unos días más.
Ayer, Dorsey no entrenó junto a sus compañeros en la sesión de trabajo matutino impuesta por Dusko Ivanovic. Mientras el plantel del cuadro vitoriano intentaba encontrar solución a los errores que costaron la derrota ante el Valencia Basket, el antiguo poste de los Toronto Raptors se ejercitaba en el gimnasio fortaleciendo sus ya de por sí trabajados músculos. Después de que los doctores extrajeran hace unos días los cinco puntos de sutura con los que cosieron la luxación del pulgar de su zurda -el hueso se salió por un golpe contra otro jugador y le provocó una aparatosa herida-, Dorsey ha mantenido la zona resguardada con una protección que todavía cubre su mano.
Curada la cicatriz, el principal problema que desespera ahora mismo al cinco de 2,03 metros es el dolor que le causa el simple contacto con el balón y que, pese a que parecía desvanecerse poco a poco, no se ha disipado del todo. Ante esta tesitura, el Baskonia se muestra poco optimista con el posible regreso del jugador mañana para enfrentarse al Bennet Cantú transalpino, y podrían optar por postergar su incorporación al equipo unos días más, al menos hasta el partido que el Caja Laboral disputará el domingo a las 12.30 horas frente al Blancos de Rueda Valladolid en tierras pucelanas.
Por el momento, habrá que esperar a comprobar la evolución de la zurda del pívot en la doble sesión de entrenamientos que el equipo completará hoy y aguardar hasta última hora para descartar definitivamente al último refuerzo de la escuadra alavesa, que acumula ya 21 días de recuperación desde que cayera lesionado el día 4.