Mirza Teletovic ha estado siempre en el ojo del huracán por destapar únicamente su vena triplista durante los partidos, tener licencia para saltarse a la torera todos los sistemas y, en definitiva, reducir su esencia como baloncestista al solitario patrimonio del lanzamiento exterior. Sus detractores son extremadamente críticos con un jugador por el que, sin embargo, se pegan cada verano todos los grandes de Europa. Josean Querejeta, consciente de su valía, no lo ha regalado nunca. Y en el futuro tampoco lo hará habida cuenta de las ingentes gotas de calidad del francotirador bosnio.
Sólo han transcurrido dos partidos de la temporada recién iniciada, pero el de Mostar ya empieza a exhibir otro talento como multiusos sobre la pista. "Mirza debe ser un ejemplo en todo para sus compañeros", subrayaba recientemente Dusko Ivanovic cuando se le cuestionó sobre el cambio de actitud del capitán. Pues bien, el guante parece haber sido recogido por un jugador que ya se faja mucho más en la zona, no rehúye el contacto físico con pares fornidos y también actúa de espaldas al aro como si fuera un interior a la vieja usanza. Virtudes que se han echado de menos a menudo durante su lustro anterior en Vitoria y que ahora comienza a desplegar con asiduidad.
Tras su notable actuación en el bautismo liguero ante el Cajasol, Teletovic se convirtió ayer en tierras insulares en uno de los faros baskonistas que posibilitó un triunfo de prestigio. Pocos minutos después de su tierno comienzo en la defensa a Spencer Nelson, el balcánico se entonó y ofreció un variado repertorio ofensivo que conllevó canastas de todos los colores. Tanto desde 6,75 metros, una distancia que le resulta tan familiar como su propia casa, como en las inmediaciones del aro, facturó puntos a raudales que enterraron las esperanzas de remontada del Gran Canaria.
No se trataba de un farol cuando el protagonista reiteró antes del descorche liguero que, a partir de ahora, trataría de evolucionar en su baloncesto, erigirse en una pieza más solidaria para sus compañeros y aportar su granito de arena en facetas más oscuras. A expensas de lo que suceda en el futuro, la afición azulgrana tiene visos de reencontrarse con otro perfil de ala-pívot más aguerrido que, eso sí, deberá seguir conservando su letal munición desde la larga distancia para desatascar ataques espesos.
Si en el pasado acostumbraba a asumir excesivas responsabilidades y tirar a destiempo y en malas posiciones, Teletovic se muestra ahora más contenido y mide bien sus célebres suspensiones. Con los consiguientes réditos para un Caja Laboral que en estos albores de curso está agradeciendo la aportación más destajista de un jugador que, para bien o para mal, nunca deja indiferente a nadie. Ojalá esta versión tenga continuidad en el futuro y no sea una racha puntual. De momento, el Cajasol y el Gran Canaria ya han probado una medicina nueva que seguro agradecen todos los estamentos del club y una afición que siempre le ha tenido una notable estima.