vitoria. Aún resta por conocer la identidad del campeón que tomará el relevo al Caja Laboral -desgraciadamente ya de vacaciones desde el pasado miércoles- para poner el punto final a la actual temporada pero la mayoría de los clubes se encuentra trabajando ya desde hace tiempo en el próximo ejercicio. Es el frenético ritmo que marca el deporte profesional y al que no conviene hacer oídos sordos si no se desea pagar un elevadísimo peaje apenas unos meses después. Por eso, los despachos comienzan a vivir una actividad frenética y los movimientos que hasta hace no demasiado tenían lugar sobre el parqué se han trasladado ahora a la moqueta de las oficinas.
Sin embargo, este particular y largo verano ha arrancado este año repleto de incertidumbre en el baloncesto español. El motivo no es otro que la absoluta indefinición sobre el sistema de cupos vigente hasta la fecha en la ACB, lo que condiciona sobremanera el mercado de fichajes estival. Si durante los últimos ejercicios han estado claras las normas del juego, todo apunta a que la presente temporada será la última en la que se mantengan en vigor tal y como las hemos conocido. De las nuevas, no obstante, muy poco o nada se sabe.
El origen de toda esta convulsión, como no podía ser de otra manera, hay que buscarlo en la imparable globalización que invade nuestro mundo. En la aldea global en la que nos movemos, resulta cada vez más complicado establecer fronteras o restricciones y, por este motivo, las que están vigentes en la Liga de baloncesto están a punto de saltar por los aires. El detonante ha sido la advertencia de la Comisión Europea de que el actual marco de trabajo -que fija cupos obligatorios para los jugadores españoles- es ilegal. El aviso del organismo continental llegó hace unos meses y, lógicamente, no ha caído en saco roto.
La legislación comunitaria deja claro que debe existir libertad absoluta de movimiento y de trabajo sin restricciones para todos los ciudadanos pertenecientes a la unión, algo que en estos momentos no se cumple en la ACB. Por este motivo, durante las próximas semanas todas las partes implicadas tendrán que negociar para tratar de encontrar una fórmula sustituya a la actual, les satisfaga y no incurra en la ilegalidad.
El problema es que mientras ese nuevo escenario cobra forma, los equipos y los jugadores deben confeccionar sus plantillas y encontrar acomodo para la próxima temporada respectivamente. Y, evidentemente, la situación cambia mucho tanto para unos como para otros dependiendo de cuál sea el marco de contratación resultante.
Actualmente, las posiciones de la patronal y el sindicato de jugadores son totalmente opuestas. Mientras que los clubes abogan por la liberalización total del mercado de fichajes -de hecho uno de los puntos del documento en el que se plasmó la rebelión contra Portela liderada por Querejeta es establecer un nuevo marco de elegibilidad-, los profesionales tratan por todos los medios de continuar protegiendo el producto nacional. Como suele suceder en estos casos, a la Federación Española y al Consejo Superior de Deportes les tocará ejercer de mediadores en la búsqueda del acuerdo. Una de las posibles soluciones que con más fuerza suena es la de establecer en cada equipo un número mínimo de jugadores formados en el propio club. Sea lo que sea lo que se decida en cualquier caso, el mercado de fichajes veraniego se presenta movido.