manresa. El Caja Laboral se ha abonado esta temporada a vivir de los puntos de su perímetro y hacer en muchos momentos de sus interiores unas figuras decorativas. El triunfo en tierras catalanas ilustró la trascendencia de un perímetro que lleva la voz cantante dentro de un equipo que hace del acierto exterior su principal seña de identidad para intentar poner en peligro a bloques mucho más armados. Ayer no fue una excepción a tenor de las magníficas prestaciones ofrecidas por la terna compuesta por Marcelinho Huertas, Brad Oleson y Pau Ribas. El brasileño dirigió como los ángeles hasta que sufrió una crisis en la recta final, el de Alaska fue una amenaza constante para la defensa de Ponsarnau hasta que la tercera falta al inicio del tercer cuarto menguó su aportación, mientras que el ex del Joventut completó una meritoria actuación en todos los frentes. Para poner la guinda, surgió San Emeterio en el último minuto. El cántabro firmó la acción de la victoria, un dos más uno que silenció el Nou Congost, pero rayó a un nivel inferior que sus compañeros.
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