Tel Aviv. Erigirse en el emblema de un país a veces trae consigo algún problema que otros equipos no tienen ni probablemente tendrán nunca. El Maccabi, auténtico tótem adorado por un país entero, afronta estos días una curiosa dicotomía en la que se entremezclan patria, deporte y religión. Tras su abultado triunfo ayer en el Nokia Arena frente al Baskonia, la escuadra macabea fluye hacia la Final Four con un 2-1 a su favor, y podría sentenciar mañana la serie si el cuadro vitoriano no consigue evitarlo. El problema para el Maccabi es que, si se clasifica finalmente para la Final Four de Barcelona, podría negarse a jugar la final de la misma al coincidir en fecha, el 8 de mayo, con el llamado Día del Recuerdo a los Soldados Caídos por la patria hebrea. Por sorprendente que pueda parecer, este día de luto está tan arraigado en Israel que, según aseguran en tierras judías, jugar el partido en un día tan sagrado perjudicaría gravemente la imagen en su país del club amarillo.
"La solución es mucho más complicada de lo que parece", asegura el periodista Yarón Arbel. La dirección macabea ya ha anunciado en varias ocasiones que no jugará la final ese día pase lo que pase -las semifinales, que sí podrían disputar, se juegan el día 6-. En realidad, ya lo hizo hace veinte años en circunstancias parecidas, y se ganó una sonada crítica que perjudicó gravemente su imagen local de equipo nacional. Según sostiene el periodista hebreo, que estos días ha publicado en el diario Yediot Aharonot un informe sobre las consecuencias deportivas, disciplinarias y económicas que podría tener para el Maccabi negarse a jugar la final, en caso de que llegue a disputarla, la previsible humillación que esto representaría para club y Euroliga y la pérdida de ingresos en transmisiones y publicidad, no supondría realmente un problema para el conjunto hebreo en comparación a la deshonra que provocaría entre su pueblo.
Pese a todo, el Macabi es consciente de las extremas dificultades que supondrían cambiar la fecha de la final, sobre todo porque no se trata de una fecha religiosa y la percepción y sensibilidad que los europeos tienen hacia un día de recuerdo a soldados es distinta a la que se tiene en Israel, donde es un día casi sagrado que paraliza el país.