Las dos largas décadas que Josean Querejeta acumula llevando los designios del Baskonia, a su lado, se quedan realmente cortas. Su homólogo del Maccabi lleva tatuada desde hace 42 años la sangre de amarillo, el inconfundible color de camiseta del símbolo de Israel y último pedregoso obstáculo azulgrana en el camino hacia su quinta Final Four. Pero Simon Mizrahi no es un directivo al uso que cumpla los cánones inherentes a un cargo de su responsabilidad. Ya sea en el majestuoso Nokia Arena o lejos de él, vive las victorias o derrotas de su equipo fuera del palco y en una estricta soledad.

Para cualquier seguidor que haya presenciado en directo o por televisión las épicas batallas de las últimas temporadas entre el Maccabi y el Caja Laboral, su rostro resulta inconfundible y familiar. Pocos metros detrás del banquillo israelí, impertérrito y sin hacer casi ninguna mueca que denote el más mínimo grado de exaltación o irritación, yace sentado en una silla uno de los hombres fuertes del Maccabi. Para quien lo dude, no es un fornido integrante del Mosad ni un miembro del staff técnico del conjunto amarillo, sino nada menos que su máximo mandatario y principal accionista.

Mañana, coincidiendo con el arranque de la apasionante eliminatoria correspondiente a los cuartos de final de la Euroliga en la capital alavesa, tampoco será una excepción para quien le pique la curiosidad. Sin ningún pudor a la hora de seguir el juego desde una posición inusual para un alto cargo -¿se imagina alguien a Josean Querejeta contemplando de cerca los movimientos de Dusko Ivanovic en pleno partido?-, sufre como pocos las victorias y las derrotas del club de sus amores, al que le ha dedicado ininterrumpidamente las cuatro últimas décadas de su vida. "No tengo dudas de que seguirá hasta que se muera", confiesa un periodista israelí que sigue de cerca la actualidad del Maccabi.

Su llegada a la presidencia allá por 1969 cambió por completo el rumbo de uno de los clubes más laureados del Viejo Continente. Bajo su longevo mandato, el rival baskonista ha conquistado la friolera de 5 Euroligas y 38 Ligas. Todas menos las correspondientes a las ediciones de 1993, 2008 y 2010, desatándose un terremoto alrededor de un equipo sin ninguna oposición en su país y acostumbrado a machacar sin piedad a todos sus adversarios. Este prestigioso abogado de 71 años controla la tercera parte del capital social junto a los adinerados David Federman y Shay Recanati tras la marcha en octubre de 2009 de Raanan Katz, propietario de Miami Heat, cuyas agrias divergencias con dos de sus socios se tradujeron en la venta de sus acciones a cambio de alrededor de 7 millones de dólares.

pérdida de poder Casado con una millonaria empresaria dedicada a la importación de coches, Mizrahi es uno de los hombres más conocidos de Israel. Ocupa el cargo de vicepresidente de la Federación de baloncesto e integra el Comité de abogados de la FIBA. Recientemente, el ministro de Educación del país, Gideon Saar, le otorgó en el Día de la Independencia el premio Israel del Deporte por su impagable contribución al mundo de la canasta durante este tiempo. Si bien se ha granjeado el odio de todos los rivales del Maccabi, que le acusan de haber desvirtuado la competición doméstica y monopolizado a los mejores jugadores hebreos a golpe de talonario, tiene el respeto y la admiración de una afición que valora sus incontables horas de servicios para la causa macabea.

Sin embargo, su mandato no está siendo un camino de rosas en los últimos tiempos. Su poder de decisión ya no tan grande como antaño. Hoy en día, permanece a la sombra de Federman, quien hace y deshace a su antojo en materia deportiva. A finales de 2009, el suicidio de su íntimo Moni Fanan le sumió en el abatimiento y, al mismo tiempo, le colocó en la diana. Pese a que él lo ha negado en infinidad de ocasiones, los medios israelís sospecharon desde un primer momento que estaba al corriente de la supuesta trama de inversiones fraudulentas en paraísos fiscales que permitió lucrarse a jugadores y técnicos con presente y pasado en el Maccabi. Sin Fanan, que ejercía como gestor e inversor de los ahorros en fondos sin riesgo, Mizrahi perdió a su hombre de confianza. Tras una investigación fiscal iniciada por el Gobierno israelí, que irrumpió en las oficinas del club para requisar toda clase de documentos, soportó una campaña de desprestigio. Para la fiel hinchada amarilla, sin embargo, el legado de títulos engrandece su figura.