Aristócrata consuetudinario, el Caja Laboral ha vuelto a consumar un año más su acceso a los cuartos de final de la Euroliga. Y ya van siete de manera consecutiva. A pesar del titubeante deambular del equipo en la primera mitad de campaña, la tropa alavesa conserva sus opciones de alcanzar por quinta vez en su historia la Final Four. Lo tiene en su mano. Se medirá a un rival complicado, el Maccabi, pero dispondrá de ventaja de cancha y la moral por las nubes tras amarrar ayer el primer puesto del grupo con una victoria de prestigio, de las que se consiguen cuando más falta hace, en los partidos importantes.

Aunque en la primera fase del torneo continental se pudieron entrever ciertas carencias después de que el combinado de Ivanovic encadenara cinco derrotas consecutivas que incluso hicieron sobrevolar el fantasma de la eliminación, el recién finalizado Top 16 ha revalorizado las acciones del combinado blaugrana. Sin brillo, ha sabido sobreponerse a una situación complicada y ha cumplido con la tradición para estar, un año más, entre la élite europea.

Tras quedar encuadrado en un exigente lote inicial y afrontar temibles desplazamientos a las canchas más calientes de Europa como el Nokia Arena de Tel Aviv o el Pionir de Belgrado, el Caja Laboral concluyó la fase inicial en una segunda posición que supo a gloria con un discreto balance de cinco victorias y cinco derrotas. El optimismo renació al conocerse que los asequibles compañeros de baile dentro del Top 16 serían el Panathinaikos, el Unicaja y el Lietuvos Rytas. El ogro ateniense en manos de Obradovic no infunde el pavoroso temor de antaño, el cuadro malagueño continúa su particular travesía por el desierto y los bálticos aparecían fuera de cualquier pronóstico a tenor de su inferior elenco de jugadores. Sin embargo, el sufrimiento acompañó al equipo vitoriano en su camino hacia los cuartos de final.

El triple de Khalid El-Amin y una derrota que entraba dentro de la lógica en el OAKA dejaron todo abierto. El Siemens Arena debía definir ayer el futuro del equipo azulgrana. Y la resolución dejó un cierto aroma a pasado, a tradición.

La victoria en tierras bálticas mantiene al Baskonia en una élite continental en la que lleva instalado desde la campaña 2003-04. Desde aquella velada de infausto recuerdo en Moscú, la noche del mafioso Papaloukas, siempre había superado el listón del Top 16 y asegurado su presencia, como mínimo, en cuartos.

Tras tocar el cielo con cuatro clasificaciones consecutivas para las Final Four de Moscú, Praga, Atenas y Madrid, el sueño de conquistar el cetro continental se mantiene en pie. Pero primero aguardan los cuartos, un Maccabi que ha sido segundo en esta fase porque compartía grupo con el intratable Barça. Los catalanes y el CSKA fueron los últimos verdugos en el cruce de cuartos. Ivanovic y su tropa quieren resarcirse de esos amargos tragos y volver a la final a cuatro.