Marcus Haislip se convirtió en su día, especialmente en Turquía y en Málaga, en uno de los ala-pívots más impactantes del baloncesto europeo. Un jugador ágil, saltarín, extremadamente atlético y dotado, posiblemente, de los muelles más espectaculares en esta lado del charco. En Vitoria, hasta la fecha había dejado síntomas con cuentagotas de la calidad que se le presupone a una de las apuestas más ambiciosas de Josean Querejeta para este ejercicio. Un rosario de problemas físicos le habían impedido recobrar esa chispa que hace de él un cuatro diferente, pero ayer el de Lewisburg firmó en Bilbao su mejor actuación ataviado con la elástica azulgrana. De inicio, marcó la diferencia gracias a sus tiros abiertos, si bien también encontró posiciones francas en las inmediaciones del aro. En su debe, no obstante, figuró el hecho de que no aportó excesiva solidez ni al trabajo defensivo ni a los sangrantes problemas en el rebote, quizá motivado por su falta de explosividad y de minutos de juego. De cara a los próximos trascendentales encuentros, el resurgir de Haislip es uno de los pocos puntos positivos a los que agarrarse para que este Baskonia vuelva por sus fueros.