vitoria. Antes de disputar el próximo jueves la madre de todas las batallas que clarificará su futuro en la Euroliga, el Caja Laboral está obligado a efectuar un imprescindible ejercicio de abstracción. Esta mañana afronta un nuevo test liguero en San Pablo con la intención de cicatrizar parte de las heridas abiertas por la dolorosa cornada continental ante el Prokom. Para un equipo al que las comparecencias continentales se le indigestan sobremanera y están minando su autoestima hasta límites insospechados, regresar al paraíso de la Liga ACB constituye una especie de reconstituyente anímico y una bendición impagable.

Claro que su siguiente parada en Sevilla, donde aguarda el necesitado Cajasol de Joan Plaza, tiene visos de convertirse en un pequeño thriller a tenor de su dubitativo estado. Encaramado al liderato en solitario con un triunfo de ventaja sobre los dos transatlánticos del fútbol y en vísperas del encuentro más importante de la temporada ante el Khimki, que puede suponer un punto de inflexión, el Baskonia no puede permitirse ningún tropiezo que redunde en una pérdida de confianza y enrarezca más si cabe el ambiente en torno a las posibilidades del equipo.

En un momento crítico donde Ivanovic ha deslizado el egoísmo y la falta de compromiso de algunas piezas, toca arrimar el hombro, unir fuerzas y recuperar el carácter pétreo que hizo de este colectivo un auténtico martirio para sus rivales. Mientras piezas como Ribas, Oleson, Haislip, Logan o Bjelica continúen en el anonimato y sean una sombra de sí mismas, su futuro penderá de un hilo y las posibilidades se reducirán a la mínima expresión.

El conjunto vitoriano, sostenido a duras penas hasta ahora por cuatro jugadores (Marcelinho, San Emeterio, Teletovic y Barac), se halla lejos de alcanzar la solidez soñada, pero a nivel doméstico no está encontrando ningún género de dificultad para sobreponerse a las adversidades. Si en Europa sus carencias estructurales y la epidemia de deserciones en su plantilla salen a flote, en la ACB -poblada de conjuntos de escaso empaque- cabalga con cierta suficiencia y exhibe su superioridad con puño de hierro y aires altaneros.

rachas diferentes Ambos equipos comparecen en el choque con dinámicas diametralmente opuestas. Mientras el Caja Laboral encadena seis victorias consecutivas, el anfitrión andaluz sólo ha firmado un solitario éxito durante este tramo. Una trayectoria errática que ha cercenado prácticamente sus opciones de tomar parte en la Copa del Rey y le obliga a sentir en el cogote el aliento de los últimos clasificados. En principio, se trata de una situación transitoria para los sevillanos, que si bien sufrieron en verano alguna pérdida dolorosa -léase Savanovic- han reforzado su armazón con algún fichaje de relumbrón como Louis Bullock y Paul Davis.

Tras la grave lesión de Calloway, que ha sido relevado en la dirección por el veterano Popovic, ambos estadounidenses constituirán los principales obstáculos en pos de un nuevo triunfo. Junto a ellos, Joan Plaza se nutre del trabajo estajanovista del multiusos Kirksay, la versatilidad de dos cuatros abiertos como Ivanov y Katelynas, el oficio de Urtasun y la intimidación de Triguero. El preparador catalán, que devolvió la ilusión por el baloncesto a la afición sevillana durante el pasado exitoso ejercicio, tiene un arduo trabajo por delante para hacer nuevamente de este Cajasol una fiable alternativa al monopolio de los transatlánticos ligueros.