Mañana aterriza el líder de la ACB en San Pablo. ¿Qué tipo de partido aguarda?
Espero que tengamos una buena reacción tras nuestros últimos malos resultados. Siendo sincero, estamos jugando bastante mal, aunque el Baskonia también viene de una mala racha en la Euroliga. Se puede decir que los dos equipos necesitamos rehabilitarnos. Tengo claro que, si ganamos a un rival tan fuerte, nuestra confianza subirá.
Tras deslumbrar la pasada temporada, el Cajasol no ha iniciado con buen pie esta Liga ACB. ¿Qué les está sucediendo?
Necesitamos olvidar cuanto antes el pasado y centrarnos en el presente. Todo el mundo está buscando al equipo del año pasado, pero contamos con otro tipo de jugadores y unas cualidades diferentes. Estamos inmersos en la búsqueda de una identidad para ser más competitivos. Queremos conseguir los mismos registros del año pasado, pero esta vez con una plantilla muy diferente.
Como el Caja Laboral, la mejor receta es la paciencia...
Sí, necesitamos tiempo para conocernos, pero ya llevamos nueve partidos de la ACB y tres de la Eurocup. Creo que es un tiempo suficiente como para exhibir unas hechuras. Necesitamos hacer bien las cosas cuanto antes, ya que estamos en diciembre y luego habrá cada vez menos tiempo para reaccionar.
Si pierden ante el Baskonia, la Copa del Rey empezará a ser un un sueño utópico. ¿Lo asumen?
Sí, es verdad. De momento, nuestro primer objetivo es superar la primera fase de la Copa y después estar en Madrid. Nuestra obligación es ganar cada día, sobre todo en la ACB, ya que ahora mismo estamos más cerca del descenso.
¿Infunde respeto este Baskonia que sólo totaliza una derrota hace casi dos meses en Málaga?
Lógicamente, sí. Hasta la fecha, están siendo los mejores de la ACB. Como nosotros, han cambiado buena parte de su plantilla, pero ellos están demostrando su categoría. Hay algunos equipos que necesitan más tiempo para carburar y otros, como es su caso, que siempre están arriba con independencia de quiénes sean sus jugadores.
En la ACB están intratables, pero en Europa es otro cantar. ¿Le sorprende su errática trayectoria?
Sí. No es normal que un equipo de Ivanovic encadene cinco derrotas en una competición, pero desconozco las razones. No sé qué está pasando entre ellos, no sé lo que hacen en el vestuario, no sé cómo entrenan... No tengo una opinión.
En principio, le tocará emparejarse con San Emeterio, un alero en estado de gracia en los últimos tiempos. ¿Preparado para el desafío?
Sí, le conozco muy bien. Jugamos uno contra otro hace unos años en la Eurocup cuando yo estaba en Kazan. Soy consciente de sus virtudes, es un buen jugador y tendré que estar muy concentrado y agresivo si quiero frenarle.
Ha jugado con anterioridad en Macedonia, Argentina, Venezuela, Rusia, Mexico, Francia y ahora en España. ¿Por qué esa condición de nómada de la canasta?
Es normal. Empecé abajo del todo y, si quería seguir creciendo, no podía quedarme toda mi vida en un mismo lugar. Soy un jugador que, ante todo, tengo una gran ambición y aspiro a mejorar. Hace cuatro años, cuando estaba asentado en Francia, me surgió la posibilidad de fichar por el Real Madrid, pero quise ser honesto con mi club (Nancy), comentándoles el caso y diciéndoles que no quería dejarlos tirados después de todo lo que habían hecho por mí. En todos los sitios donde he estado, siempre me pidieron que me quede y eso es una buena señal. Soy ambicioso y aún me atrae la idea de jugar algún día en un equipo de la Euroliga.
El suyo es un trabajo sacrificado e ingrato que no aparece en ocasiones en la estadística. ¿Cómo lo lleva?
Mira, yo amo mi trabajo. El baloncesto es mi vida y me encanta practicarlo. Al final, es un juego y lo tomo como tal. Necesitas disfrutar con lo que haces y, por eso, soy feliz si no meto muchos puntos. No soy un jugador que busca el bien individual, sino el del equipo.
Plaza ha dicho de usted que es "el tipo de jugador que tendría debajo del brazo y me iría con él hasta al cine y a cenar". ¿Qué opina?
Pues todavía estoy esperando su invitación (risas). En serio, es un halago. Tengo una buena relación con él. Espero que algún día podamos ganar algo juntos.
Y, ¿cómo se ha acoplado un galo nacido en el Bronx como usted a una ciudad como Sevilla?
Bien. Es un sitio muy acogedor, aunque aquí se habla siempre de fútbol. A nuestros partidos suele venir bastante gente, pero me gustaría que vinieran más aficionados a apoyarnos. Cuando vamos a Vitoria o Málaga, el pabellón está lleno. Aquí sólo no quedan entradas cuando viene el Barcelona para ver a Ricky Rubio, pero esto debería suceder más veces.
De pequeño, le tiraba más el béisbol y quería ser actor. ¿Cómo se reconvirtió a baloncestista?
Mis amigos del Bronx me pedían siempre que jugara con ellos porque era muy alto. Mi padre me llevaba a todos los sitios para practicarlo y así me picó la curiosidad. En mi época universitaria empecé a hacer papeles de actor y se me daba bien. Tuve la oportunidad de participar en el rodaje de American Pie, pero iban a ser tres meses -diciembre, enero y febrero- centrado sólo en eso y opté por rechazar la proposición. Necesitaba tomar una decisión sobre lo que quería para mi vida y fue el baloncesto.
¿Cómo fueron sus inicios en un barrio tan conflictivo?
Fueron difíciles, pero la vida en el Bronx es como en cualquier otro sitio. Si te llevas bien con la gente, no haces tonterías y conoces los sitios a los que debes ir, lo puedes pasar bien. No es tan malo como la gente se piensa, ya que también hay buenos lados. Eso sí, no muchos.