Vitoria. Resulta complicado imaginar que un equipo que suma cinco derrotas consecutivas en la competición más fuerte de las que disputa siga dependiendo de sí mismo para plantarse en la siguiente ronda, pero ésa es la realidad que afronta el Caja Laboral en los tres partidos que restan hasta que la fase regular viva su punto final a finales del presente año. Tres enfrentamientos vitales, cruciales para evitar un sorprendente varapalo anímico para equipo y afición y un doloroso saqueo para las arcas de la entidad azulgrana.
La complicada tesitura que se le presenta al conjunto vitoriano admite muchas cábalas que en estos momentos no son sino complejas conjeturas matemáticas, siempre a expensas de los resultados de sus principales rivales en esta aventura -Zalgiris, Partizan, Khimki y Asseco Prokom- y de dobles o incluso triples empates que obligarían a echar mano de la calculadora para despejar sus incógnitas una vez se produzcan todos los enfrentamientos directos. En este momento sólo una realidad es diáfana e innegociable: el Baskonia sigue dependiendo de sí mismo para clasificarse para el "Top 16".
Si Dusko Ivanovic y sus pupilos quieren evitar una hecatombe deberán encarar el duelo del próximo jueves en el Buesa Arena como lo que es, una auténtica final en pleno mes de diciembre. Algo que, en realidad, ya era el enfrentamiento contra el Prokom, aunque ni los jugadores ni el ambiente del pabellón de Zurbano -en una gélida noche en todos los aspectos- se mostraron dispuestos a aceptar. En realidad, el partido ante el equipo de Sergio Scariolo tiene un doble objetivo: ganar y hacerlo por cinco puntos de diferencia para salvar el average. En este sentido, al menos la derrota contra la escuadra de Tomas Pacesas encontró alivio en una canasta final de Stanko Barac con la que el Caja Laboral salvó la renta de puntos particular con los polacos por si fuera necesario.
Sin embargo, incluso en caso de caer derrotado ante el Khimki, el Baskonia podría aferrarse a un clavo ardiendo para el que necesitaría que bien el Partizan de Belgrado o bien el Zalgiris de Kaunas fueran incapace de ganar los tres partidos que le restan por disputar -en el caso del Partizan, primero en Tel Aviv, después en Belgrado ante el Prokom y finalmente en Vitoria la última jornada de la fase regular. Si el Baskonia sucumbiera con el Khimki pero ganara los otros dos encuentros -Zalgiris fuera de casa y Partizan- acabaría igualado con el conjunto serbio, ambos con cuatro victorias y seis derrotas, decantándose la balanza del lado del equipo con el average particular a favor. Un factor que jugaría en beneficio baskonista al verse las caras ambos el último día de la primera fase. Al menos, el equipo vitoriano ya cuenta con experiencia en este ámbito, y si no que se lo pregunten a la Cibona de Zagreb. Por su parte, dado que el Partizan debe enfrentarse a Maccabi, Prokom en Serbia y Baskonia en la capital alavesa, habría que confiar en que el cuadro polaco sólo venciera a los serbios y cayera en sus otros dos partidos -Zalgiris y Maccabi en la última jornada- para evitar posibles triples empates de desenlace indescifrable a estas alturas.
Una tercera opción, tras su derrota de ayer ante un ya clasificado Maccabi de Tel Aviv -atención a una posible bajada de brazos de los hebreos, que pueden ejercer de jueces- pasaría por aguardar a que fuera el Zalgiris el que perdiera sus tres partidos en lugar del Partizan, y que el Caja Laboral ganara a los lituanos en Kaunas con el average a favor. En el caso del plantel de Aco Petrovic, les resta viajar a Gdynia para verse las caras con el Asseco Prokom, recibir a los de Ivanovic en Lituania y acabar la primera fase en Rusia con el Khimki. Aunque arrancó la temporada de forma excelsa, con cuatro victorias y una sola derrota -en la segunda jornada ante el Maccabi de Tel Aviv- no sería el primer equipo que acaba tirando por la borda un inicio prometedor para venirse abajo de forma inesperada.
ganar o ganar Pero dejando a un lado la multitud de cábalas que pueden surgir en caso de derrota contra el Khimki, la única certeza que debe pasar ahora mismo por la mente de la escuadra vitoriana tiene que ser ganar a los rusos por al menos cinco puntos de diferencia para superarles en la tabla. Conseguido ese reto, el Baskonia sólo necesitaría igualar los resultados que logren los Raúl López, Langford, Planinic y compañía para encauzar su rumbo hacia el Top 16 y soñar con revertir de forma drástica su desastroso periplo continental en la primera fase. Así, probablemente sería suficiente con ganar el partido ante Partizan, aunque vencer en Kaunas evitaría tensiones de última hora. De cualquier forma, el mensaje es claro: ante el Khimki, el Baskonia debe ganar... o ganar.