Vitoria. Hace falta retrotraerse seis años atrás en el tiempo para encontrar la última ocasión en la que el Baskonia enlazó tres derrotas consecutivas en la Euroliga. Fue en la temporada 2004-05. El año del liderato en la ACB. El año del triple de Herreros. El año de la primera Final Four. Que la Euroliga se gana en mayo y la Liga en junio es una obviedad. Por eso, el hecho de que a estas alturas un equipo de la categoría del cuadro vitoriano haya cogido el testigo de aquel a la postre histórico TAU y haya vuelto a sumar tres varapalos seguidos tampoco debería llevar a nadie a rasgarse las vestiduras.

Más que por el hecho en sí, a día de hoy las dudas surgen más por la forma que por el fondo. Lastrado por un juego interior que adolece de un suplente de garantías para Stanko Barac, asolado por un Marcus Haislip al que las lesiones ni tan siquiera han permitido empezar a coger la forma, el equipo dirigido por Dusko Ivanovic se encuentra también con la complicada tesitura que supone recibir ahora a dos gigantes de la talla del Barcelona -mañana a las 18.00 horas en el pabellón de Zurbano- y viajar entre semana a Tel Aviv para verse las caras con el Maccabi. En Israel, las cosas pueden volver más o menos a su cauce y alcanzar un balance de tres triunfos y otras tantas derrotas, o prolongar la indeseada situación estacionaria y obligar a una remontada -accesible, pero sin margen de error- en el resto de la segunda vuelta.

Ivanovic lo advirtió, pero realmente pocos le creyeron. El grupo en el que el Baskonia había quedado encuadrado esta temporada era probablemente el más igualado de todos los que el equipo había compartido durante los últimos años. Ahora, la segunda vuelta dictaminará si el entrenador montenegrino acertó de pleno en su predicción. Tras desplazarse hasta Israel, el Caja Laboral recibirá consecutivamente a Asseco Prokom y Khimki en el pabellón de Zurbano. Después viajará a Lituania para medirse a un Zalgiris de Kaunas que sorprendió a los azulgrana en Vitoria. La fase regular acabará en la capital alavesa ante el mismo rival que el miércoles venció a los pupilos de Ivanovic.

el termómetro croata Ahora que Martin Rancik seguirá al menos hasta el partido de mañana contra el Barça, la mayor parte de las incógnitas que rodean al equipo se centran prácticamente en un puesto concreto. Aunque algunos jugadores tampoco están aportando lo que cabe esperar de ellos en otras posiciones, la realidad es que el grueso de los problemas baskonistas pasa por la pintura. Y no precisamente por lo que todo el mundo se cuestionaba tras la marcha de Tiago Splitter. Dos meses después de que la temporada alzara el telón, Stanko Barac camina con paso firme hacia su eclosión definitiva.

El cinco nacido en Mostar adolece de una buena inyección de moral y tranquilidad en momentos puntuales, además de un respeto arbitral del que todavía no parece digno para según qué colegiados, pero a día de hoy su peso específico en el conjunto vitoriano es diáfano e indiscutible. El pívot de 2,17 metros es un fiable termómetro para la mayor parte de los partidos. Con él en pista, el Baskonia amplía sus recursos. Pero el problema no reside en él, realmente, sino en los hombres que le suplen cuando no está sobre el parqué. Musli está tierno, Haislip no está, y Rancik resta en defensa lo que aporta en ataque. La escasísima rotación, tan poco del gusto de Ivanovic, también ha ejercido de losa para los hombros del equipo.

Milan Macvan se quedó en Serbia y Esteban Batista en Fuenlabrada. Las franquicias de la NBA se deshizo de los jugadores con los que no contaban pero ninguno cruzó el charco hasta Vitoria. La temporada pasada, la entidad azulgrana recurrió a Vladimir Golubovic cuando el Union Olimpia quedó fuera del Top 16. Una opción, pescar en los equipos que este año no pasen la fase regular, que podría repetirse un año después.

poder de recuperación De cualquier forma, nada como mirar al pasado para comprobar que a estas alturas toda la mecha está por prender. Lo ocurrido hace seis años así lo refrenda. Y es que, curiosamente, en la temporada 2004-05 el por entonces TAU Cerámica no sumó tres derrotas consecutivas una, sino dos veces. Los Macijauskas, Prigioni, Calderón, Scola, Gabini y compañía sufrieron de lo lindo en una fase regular interminable, con catorce partidos. Tras ganar a Pau Orthez y Unicaja, el conjunto vitoriano perdió contra CSKA, Benetton y Panathinaikos, para posteriormente reincidir en sus errores cayendo contra Unicaja más CSKA y Benetton de nuevo. Al final, pasó al Top 16 con un pobre bagaje de seis victorias y ocho derrotas. Pero se recuperaron, y acabaron rozando la gloria en Moscú en una Final Four histórica en la que apabullaron al equipo del ejército ruso para acabar dejando escapar el título continental en la final ante el Maccabi de Sarunas Jasikevicius.

Desde entonces, el Baskonia no había vuelto a besar la lona en tras ocasiones consecutivas hasta la presenta campaña. En seis ocasiones han estado a punto y han perdido dos seguidos, pero la caída no llegó a más. Ahora toca reflexionar, mirar hacia adelante y buscar la llave de una taquilla para ubicar en ella a un pívot de garantías. Integrar a Marcus Haislip, insuflar confianza a Nemanja Bjelica o elevar el ánimo y el juego de Pau Ribas deberían figurar también en la lista de deberes que seguro que el profesor Ivanovic ya maneja.