Vitoria. Cuando el pasado 15 de junio San Emeterio consiguió aquella inolvidable canasta más adicional dando al Baskonia su tercer entorchado de la Liga ACB, comenzó la ardua tarea en los despachos de Zurbano para configurar un nuevo proyecto ganador. Seguro que en aquel momento Josean Querejeta no sospechaba las turbulencias que iban a originarse para rehacer un equipo que, en principio, sufriría pocos cambios.

Pues bien, el arranque de la nueva temporada está a la vuelta de la esquina y el Caja Laboral se ha convertido en el transatlántico continental más rezagado a la hora de configurar definitivamente su plantilla. Debe efectuar tres fichajes y, por si ello fuera poco, no ha concretado del todo la identidad del segundo entrenador, puesto al que aspira Cristian García si finalmente supera el periodo de prueba.

El primer mazazo, esperado por todos, supuso la confirmación de la marcha de Tiago Splitter a la NBA a primeros de julio. Si bien estaba cantado desde hace meses, su marcha a los Spurs abrió un boquete de dimensiones gigantescas que todavía no ha sido corregido. Otro que decidió bajarse del barco fue Lior Eliyahu, un jugador que entraba en los planes del club pero que comunicó su intención de regresar al Maccabi. Finalmente, consiguió su propósito, perdonando eso sí parte del salario que debía percibir correspondiente al pasado curso. El último revés ha sido el descarte de Mensah-Bonsu tras no superar el reconocimiento médico previo a su fichaje. Este hecho agrava más si cabe las carencias en la zona.

Este verano guarda similitudes con lo vivido en 2002 cuando, justo semanas después de conquistar la primera Liga ACB, infinidad de problemas desembocaron al año siguiente en una temporada irregular. El Baskonia se halla todavía a tiempo de confeccionar un plantel de garantías, pero el tiempo apremia. Al menos, Ivanovic recuperará tres efectivos esta semana y podrá realizar entrenamientos con cierta normalidad. Tras la finalización del Mundial, se espera que Huertas, San Emeterio y Bjelica aterricen este martes o, en su defecto, el miércoles en la capital alavesa para ponerse a las órdenes del preparador montenegrino, que no gana para disgustos.