vitoria. Suenan tambores de guerra en Vistalegre. La victoria cosechada el miércoles ha devuelto la autoestima a la tropa de Messina, que ha recobrado la fe y habla sin tapujos de remontada. Después de prácticamente haber bajado los brazos a raíz de las dos derrotas encajadas en el Buesa Arena, los pesos pesados del Real Madrid dieron ayer la cara para advertir al Baskonia de que aún no están derrotados.
"Perdimos en Vitoria dos partidos que podíamos haber ganado perfectamente o, por lo menos, haber regresado a Madrid con 1-1. Pero ya está olvidado, lo importante es que hicimos un gran partido y superamos la presión", manifestó uno de los estiletes del equipo blanco, Felipe Reyes. "Lo del miércoles nos ha servido para darnos cuenta de que somos capaces de remontar y pasar a la final", apuntilló el cordobés.
En la misma línea se expresaba ayer el tipo que dinamitó el encuentro en los momentos finales. Sergio Llull, que parece haberse repuesto por completo de la contusión que lo mantuvo entre algodones en los dos primeros encuentros, solicitaba a sus compañeros que mantengan el instinto asesino que mostraron el miércoles en el partido de hoy. "En Vitoria lo tuvimos en la mano y no supimos matar. En los momentos cruciales no atacamos bien y fuimos blandos en defensa. Pero con nuestra afición la cosa cambia", avisó el menorquín, uno de los pocos madridistas que puede variar el guión de una eliminatoria que, por la imagen ofrecida por ambos contendientes, sigue conservando un patente tono azulgrana.
El peaje que supondrán para el Baskonia los pésimos cinco últimos minutos del tercer choque se percibe en las declaraciones de los miembros de un vestuario hasta hace poco invadido por las dudas. Los jugadores del Madrid ofrecen otra imagen, ya no parecen tan asustados, tan resignados a su suerte. "Pudimos con los miedos que tuvimos en los primeros partidos, especialmente en los minutos finales", reconoció Felipe, a quien la hinchada madrileña mostró su apoyo el miércoles con pancartas que exigían su renovación, seguramente porque saben los aficionados merengues que el center andaluz rebosa el carácter que su equipo ha ido perdiendo conforme Messina seguía remendando sobre la marcha la plantilla. Ahora, tanto él como sus compañeros han recobrado una autoestima que será otro elemento a batir por parte del Caja Laboral.