Fueron sólo 57 segundos, pero merecieron sobradamente la pena y permanecerán en su retina posiblemente durante el resto de sus días. Un momento de gloria para un imberbe jugador vitoriano que, a sus 21 años, debutó en la ACB en el equipo de su tierra en un Buesa Arena que le recibió en medio de una atronadora ovación. Martín Buesa, el hijo pequeño de una conocida saga con profunda tradición baloncestística -su padre militó en el Baskonia durante la década de los 70, mientras que su hermano Javi ya retirado por una dolencia cardíaca también llegó a vestir la elástica azulgrana a primeros de esta década-, tardará en olvidar el 25 abril de 2010. La jornada de su bautismo liguero ante el Suzuki Manresa.
Apenas unas horas después de un momento inolvidable en su todavía corta carrera, DNA quiso compartir su inmensa alegría con el gran protagonista del duelo. Radiante de felicidad por el generoso gesto de Ivanovic de premiar su sacrificio diario en los entrenamientos, todavía se encontraba en una nube y saboreaba la dulce sensación del estreno en la elite. Ivanovic, poco amante de las concesiones a la galería, inundó de felicidad no sólo a esta promesa alavesa sino también a los 8.000 aficionados presentes en la grada con una decisión hasta cierto punto lógica cuando una nueva victoria ya estaba en el zurrón.
"Es un sueño hecho realidad. Desde pequeño he jugado en la escuela del club y era lo que más deseaba. Me daba igual el tiempo que estuviera en pista. Con tal de debutar, me conformaba. Es lo mejor que me podía pasar y a lo que aspira cualquier niño de Vitoria", explica un exultante Martín, estudiante de Ciencias Ambientales que compatibiliza los deberes inherentes a un chico de su edad con el fervor por el baloncesto, inculcado por su progenitor. Por motivos obvios, su carrera universitaria ha pasado a un segundo plano. No puede acudir a clase todo el tiempo que quisiera, ya que cuando su presencia no es requerida por el primer equipo se entrena con el Fundación Baskonia de Primera División a las órdenes de David Gil.
En el escuálido minuto que permaneció en pista, Buesa mostró un desparpajo inusual. Alentado constantemente por la grada, erró un tiro y repartió una asistencia. "En el momento, no piensas nada. Estaba nerviosísimo, intentando básicamente no cagarla. Estoy contento y muy agradecido a Dusko", reconoce el ala-pívot, que no albergaba esperanzas de saltar a la pista pese a que la situación era propicia. "Fui el primer sorprendido, ya que no pensaba jugar. El partido estaba sentenciado y quizá era la mejor manera de homenajear a Mirza, que hizo un partidazo", destaca.
Martín, el decimocuarto jugador vitoriano que se estrena con el Caja Laboral desde la creación de la ACB, tiene asignado un ingrato papel dentro del equipo. Se limita a ayudar en los entrenamientos, si bien forma parte de la mayoría de las convocatorias para que el club cumpla los manidos cupos y suele viajar en casi todos los desplazamientos. Los minutos, en cambio, llegan con cuentagotas. Un papel que, como se encarga de ponderar el protagonista, asume "encantado" habida cuenta de que su carrera no ha hecho sino comenzar. "El simple hecho de compartir equipo con estrellas del baloncesto europeo es algo increíble".
con los pies en la tierra En el vestuario, se siente uno más. Es un joven respetado y al que nadie mira por encima del hombro. En una profesión con demasiados egos, Martín encarna la humildad y convive entre un grupo de amigos que le facilitan su labor. "Me tratan muy bien. Al final, son gente normal. Para nada divos. Tiago es un vitoriano más, Fernando viene de Valladolid, una ciudad parecida a Vitoria...", admite Buesa, cuyo móvil y dirección de correo electrónico no cesan de echar humo durante estas últimas horas en forma de aluvión de felicitaciones. Desde ayer, no obstante, es consciente de que debe mantener los pies en el suelo y no verse arrastrado por una euforia que en el pasado ya se ha cobrado víctimas tan jóvenes como él. Lo difícil no es llegar, sino mantenerse. "Me toca seguir trabajando duro. Ahora estoy muy feliz y aún no me lo creo del todo, pero sé que el debut en la ACB es algo anecdótico. Mi entorno me aconseja que siga en esta línea y que mejore día a día para conseguir cualquier logro", asevera.
Si bien el Baskonia no se ha distinguido nunca por contar con jugadores vitorianos en su plantilla, el debut de Buesa viene a recompensar la labor efectuada dentro de las categoría inferiores. "Aquí se trabaja muy bien, pero Vitoria es una ciudad pequeña y resulta difícil que salga gente. No es como Madrid o Barcelona", desgrana este vitoriano de 2,02 metros, que ya tiene un espejo en el que mirarse. "Me intento fijar mucho en Tiago, que ocupa mi posición. Para mí, es el mejor jugador de Europa y, junto con Scola, el mejor en la historia del club", alaba.
En el cara a cara, queda patente su carácter introvertido, aunque luego se transforma en la pista. "Soy un chico normal, bastante tímido y que tiene sus amigos", revela antes de hacer autocrítica. "Lo que más debo mejorar es la defensa, la parte más importante del baloncesto. En ataque, donde mejor me desenvuelvo es en el uno contra uno en el poste bajo". Otro joven, por tanto, cuyos pasos habrá que seguir de cerca.