vitoria. La fase regular de la ACB encara ya su recta final. Durante las próximas seis jornadas, algunos equipos dirimirán una lucha encarnizada por evitar ser los compañeros de viaje de un casi desahuciado Murcia hacia el descenso de categoría, mientras otros pugnarán por hacerse con una de las ansiadas plazas de play off. Pero para el Caja Laboral, que este mediodía mide sus fuerzas en Sevilla contra esa muralla de contención llamada Cajasol, el objetivo es único y diáfano, acabar la liga en la segunda posición y mirar al Real Madrid por el retrovisor. Con la primera plaza destinada por derecho propio al todopoderoso Barcelona, la medalla de plata será un meritorio premio de consolación para un Baskonia acostumbrado a otear al resto de rivales desde la atalaya a estas alturas del año.
En las diez últimas temporadas, a falta de seis jornadas el cuadro azulgrana estaba situado entre los tres primeros en siete de ellas. Sólo en las campañas 99-00, 01-02 y 02-03 los vitorianos permanecían fuera de los puestos de cabeza por estas fechas, siendo especialmente flagrante la novena posición que ocupaban los hombres dirigidos ya por Dusko Ivanovic en el año 2003. Con un bagaje de catorce victorias y sendas derrotas, el equipo caminaba desorientado en un año en el que acabarían expulsados en la primera ronda del play off ante el Unicaja, aunque la clasificación para la Euroliga palió en cierta medida la aciaga temporada en la que, además, el Barcelona le arrebató la Copa del Rey en una final con prórroga incluida. Desde entonces, la escuadra baskonista siempre ha logrado afrontar el tramo final de la temporada convertido en uno de los pesos pesados de la liga regular.
Sin embargo, si sumamos los tres torneos más importantes, esa tríada de premios que todo gran equipo de baloncesto siempre aspira a ganar -o en su defecto a luchar por ellos hasta el final-, el Baskonia de la presente campaña se convierte en el equipo con peor bagaje de éxitos a estas alturas del año. De una u otra forma, bien por el triunfo en la Copa del Rey o por la obtención del billete para la Final Four, las plantillas que han precedido a los actuales pupilos de Ivanovic habían regalado ya alguna alegría a la afición vitoriana que fuera más allá de unas semifinales del torneo del KO y una ostentosa eliminación en el play off por el título europeo.
algo que llevarse a la boca La temporada pasada, sin ir más lejos, el equipo del Buesa Arena comandaba la clasificación de la ACB con solvencia después de haberse proclamado campeón de la Copa en una emocionante final ante el Unicaja de Málaga. Con un potente quinteto titular que acabó diezmado a final de temporada, Dusko Ivanovic parecía encontrarse mucho más cómodo manejando una rotación escasa de efectivos a la que guió también a la final de la ACB poco después de quedarse fuera de la Final Four de la Euroliga a manos de un Barcelona al que plantó cara durante todo el año.
En la 2007-08, la decepción que supuso perder el trofeo copero en el propio pabellón de Zurbano frente al Joventut de Badalona se vio recompensada con un inesperado viaje a Madrid para disputar la final europea. Envuelto en una polémica constante con la actitud de muchos jugadores y la mano de Neven Spahija en el banquillo, aquel Baskonia se encontraba en el mes de abril en una situación muy parecida a la de esta campaña en cuanto su clasificación se refiere. Tercera a cuatro victorias del líder Real Madrid, la escuadra alavesa había ganado 20 partidos y perdido ocho, frente al balance de 22-6 que acarrea estos días antes de enfrentarse hoy al Cajasol de Joan Plaza.
Hace tres años, sólo el conjunto merengue evitaba que los vitorianos fueran los primeros clasificados en la liga nacional -ambos empataban en lo más alto con un balance de 21-7-, y de nuevo la competición continental servía para inyectar una buena dosis de ilusión a una hinchada baskonista que se había quedado con la miel en los labios al perder en la Copa ante los madridistas. Ahora, con la Final Four de París lejos del alcance del Caja Laboral, sólo el trofeo de campeón de la ACB serviría para salvar este año para olvidar.