Sevilla vuelve a vibrar muchos años después con el baloncesto. En una ciudad donde la agria rivalidad entre dos equipos de fútbol alimenta todas las tertulias, el Cajasol ha vuelto a hacerse un hueco gracias, en parte, a la llegada al banquillo de Joan Plaza. De la mano del técnico catalán, bien secundado por Zan Tabak, el cuadro sevillano ha alterado la errática espiral de temporadas precedentes que estuvo incluso a punto de dar con sus huesos en la LEB.

Instalado en una cómoda quinta posición liguera con un notable balance (16 victorias por 12 derrotas) y presente en febrero en la fiesta de la Copa del Rey contra todo pronóstico, el plantel andaluz ostenta el indiscutible cartel de revelación liguera. El Caja Laboral, por tanto, pasará un difícil test para comprobar su capacidad competitiva en una pista que, si bien ha resultado bastante propicia en los últimos tiempos, implica serias dificultades.

Gracias al excelente trabajo en la pizarra del ex preparador del Real Madrid, de donde salió por la puerta de atrás precisamente tras ser eliminado por el Baskonia en una semifinal de la ACB, el Cajasol exhibe una solidez a prueba de bombas. Lo denota el hecho de que su defensa es la segunda menos perforada de la competición con 68,54 puntos de media en contra. Únicamente el inabordable Barcelona figura por delante en este apartado estadístico. Por contra, le corresponde el dudoso honor de ser el peor equipo a la hora de anotar ante el aro rival.

A falta de estética y brillo en su baloncesto, motivado en parte por la ausencia de rutilantes especialistas ofensivos en su plantel, Joan Plaza ha impuesto un estilo aguerrido, pétreo y poco vistoso que goza del respeto y complacencia de la grada sevillana. Los encuentros del Cajasol se distinguen por ser aburridos y acabar en muchos casos con marcadores más propios del minibasket, pero ello no es óbice para minusvalorar un trabajo bien hecho por parte del cuerpo técnico que ha colocado a un conjunto limitado entre la aristocracia de la competición.

El mérito de este escritor y antiguo funcionario de prisiones también reside en haber propiciado la resurrección de varios jugadores que parecían perdidos para la causa. Es el caso de Triguero, Ellis, Miso o el propio Douglas, ex del Pamesa, una apuesta de mucho riesgo del club mediada la temporada que se ha amoldado a la perfección a la rocosa fisonomía de un bloque convertido en un hueso duro de roer. Calloway y el versátil Savanovic constituyen las piezas de mayor talento. El Baskonia, que ya sufrió severas dificultades en el partido de ida, ya sabe por tanto a qué atenerse en San Pablo.