vitoria. Alimentarse de sueños o aceptar la cruda realidad, ésa es la decisión que debe tomar el Baskonia antes de partir el próximo 25 de febrero hacia el crucial duelo que le enfrentará al Khimki apenas unos días después de la Copa del Rey. No está todo perdido en la Euroliga, eso es irrefutable, pero las cábalas y los algoritmos en los que ahora mismo se basa el equipo vitoriano para evitar venirse abajo son tan retorcidos e hipotéticos que hasta al antiguo matemático italiano Fibonacci sudaría tinta para despejar la ecuación.

De cualquier forma, si finalmente las matemáticas abandonan al Caja Laboral en la segunda vuelta de este Top 16 y se consuma el fracaso, el equipo dirigido por Dusko Ivanovic rompería una marca que, precisamente, el entrenador montenegrino se encargó de iniciar. Y es que hace falta remontarse seis temporadas atrás para encontrar un descalabro como el que puede acometer esta campaña el Baskonia en la Euroliga si los acontecimientos no sufren un repentino giro de guión.

Fue en la campaña 2003-04 cuando el conjunto vitoriano encontró su particular muro infranqueable que le impidió avanzar más allá del Olimpo destinado a los dieciséis mejores equipos del baloncesto continental. Y eso a pesar de finalizar la fase en la segunda posición del grupo -por detrás del CSKA- con cuatro victorias y dos derrotas. El problema era que, hasta que en la siguiente temporada cambió la reglamentación, por aquel entonces sólo pasaba el primero de cada grupo. En las nueve últimas temporadas, el Baskonia sólo se ha quedado fuera del Top 16 tres veces (01-02, 02-03 y 03-04).

cábalas para soñar Precisamente, el mismo bagaje que consiguió aquella campaña es el mismo que aspira a lograr en la segunda vuelta para entrar este año en los cuartos de final. Las opciones son múltiples, pero todas pasan por vencer dentro de dos semanas en el Basketball Center de Moscú. Si puede ser por al menos doce puntos, mucho mejor, pero incluso regresando a Vitoria con un triunfo bajo el brazo pero con el average perdido el Baskonia podría apelar de nuevo a los números para no darse por vencido.

Puestos en esa tesitura, todo pasaría por alcanzar un triple empate a cuatro victorias y dos derrotas entre Olympiacos, Khimki y el propio cuadro baskonista. Siempre contando para ello con que los hombres de Ivanovic se impusieran después a los griegos en Atenas (4 de marzo) y posteriormente en el Buesa Arena a la Cibona de Perasovic en el último encuentro del Top 16 (11 de marzo).

Si esto se cumple, el Baskonia dependería de una poco previsible segunda derrota del conjunto heleno a manos de los de Scariolo- en su enfrentamiento final-, o bien por parte de los croatas en el arranque de la segunda vuelta, que se antoja enormemente complicada. De todas formas, el escenario más previsible -a priori- pasa por que la Cibona cuente sus seis partidos por derrotas, quedando los otros tres equipos empatados con un bagaje de 4-2. Así, para desempatar sería necesario acudir al balance de victorias y derrotas entre ellos -con el average particular como siguiente opción- para dirimir los dos billetes que dan plaza directa hacia los cuartos. Un logro similar a la cuadratura del círculo.