SI el Caja Laboral se distingue ahora por ser un manojo de nervios y un equipo en plena construcción, el rival azulgrana de esta noche no le va a la zaga. Incluso, su estado es más delicado y amenaza ruina total. En la incomparable Roma, una ciudad eminentemente futbolera donde al baloncesto le cuesta horrores hacerse un hueco, las aguas bajan bastante revueltas desde hace semanas.
En el ojo del huracán se encuentran la gestión del presidente Claudio Toti y las decisiones tácticas del entrenador Nando Gentile, aunque la desidia de algunos jugadores también empieza a ser mirada con lupa. La reducida masa social que puebla las gradas del Palalottomatica la ha tomado con ambos después de que el equipo transite con más pena que gloria por el campeonato doméstico.
No en vano, su decimotercer lugar de la actualidad no se corresponde con el de un club que hasta hace bien poco estaba considerado la alternativa de poder a la intratable dictadura del Montepaschi. La crisis ha arrastrado al club romano a reducir notablemente su presupuesto y, por ende, configurar una plantilla menos ambiciosa que en campañas precedentes, donde era el único en discutir los aplastantes triunfos toscanos.
La inesperada dimisión mediado el pasado curso de Jasmin Repesa fue el primer golpe. El cualificado técnico balcánico abandonó el barco -las malas lenguas opinan que no podía dominar un vestuario repleto de egos- y precipitó un periodo de indefinición que acabó con su segundo, Gentile, como nuevo inquilino del banquillo en contra de su deseo inicial. Meses más tarde siguió sus mismos pasos el emblemático director deportivo, Dejan Bodiroga.
Durante el verano, Claudio Toti rebuscó en el mercado para hallar un recambio de garantías. El jovencísimo Piergiorgio Bottai, un neófito en la difícil materia de la compraventa de jugadores, fue el escogido. Con un limitado poder adquisitivo, el Lottomatica prescindió de Jennings, Becirovic y Brezec, que han sido relevados por jugadores menos competitivos (Touré, Crosariol, Vitali y Winston). Rodrigo de la Fuente fue apartado de la disciplina del equipo y obligado a hacer las maletas, pero ahora se ha convertido en una pieza indiscutible. Un síntoma de los vaivenes en materia deportiva.
Tras un notable inicio de temporada, sobre todo a nivel continental, con victorias de relumbrón ante el Baskonia y el CSKA, ha entrado en barrena. Su estrepitosa derrota ante el Cantú ha sido la gota que ha colmado la paciencia de una afición desencantada. Los alaveses, por tanto, disponen esta noche de la oportunidad de hurgar en esta herida.