l pasado 26 de enero, las Juntas Generales de Álava aprobaron una enmienda transaccional, a propuesta de Elkarrekin, para facilitar la producción y el apoyo de nuevos modelos productivos agrarios "que sean beneficiosos para la regeneración y salud de los suelos agrícolas y la lucha urgente contra el cambio climático".

A juicio de David González, miembro de la junta directiva de REAS (Red de Economía Alternativa y Solidaria) Euskadi y cofundador de la cooperativa Sustraiak, "es un primer paso" para avanzar hacia la agricultura regenerativa en el sentido que pensamos que es un reconocimiento a ese trabajo que muchas personas llevan realizando por impulsar prácticas sostenibles y también ha sido una sorpresa que haya sido apoyada por unanimidad por todos los partidos políticos. A partir de aquí toca seguir haciendo un trabajo potente de incidencia política para que esto se transforme en una serie de pasos necesarios para impulsar su extensión en nuestro territorio".

Presupuesto

Para así lograrlo, entiende que debería existir un presupuesto que apoye diferentes acciones, como fomentar diferentes lugares en los que poder hacer experimentación y poder desarrollar proyectos piloto que sirvan como modelo para el resto de agricultores de Álava que puedan estar interesados.

"Pero también sería interesante ir acompañándolo de otra serie de medidas, como pueden ser el asesoramiento y formación para personas que quieran desarrollar estos procesos de transición hacia esta agricultura o introducir medidas fiscales que hagan más interesante pasarse a esta transformación o desarrollar algo que desde REAS Euskadi llevamos mucho tiempo pidiendo, que es una apuesta decidida por parte de las instituciones por la compra pública responsable para que, por ejemplo, comedores de titularidad pública, incentiven productos locales procedentes de la agricultura regenerativa. Así también se generaría más empleo en poco tiempo".

¿Pero en qué consiste esta agricultura regenerativa exactamente?

González la define como un conjunto de prácticas que tiene como objetivo la mejora de la fertilidad del suelo, "frente a las prácticas convencionales que, al final, como consecuencia de su manejo, producen una degradación del suelo. En la agricultura regenerativa se emplean una serie de prácticas que mejoran su calidad y eso significa que los suelos están mucho más vivos y, por lo tanto, son de mayor fertilidad y también pone el acento en algo muy importante que es el contenido de carbono de los suelos".

Almacenar agua

Lo que hace, como ilustra, "es coger ese CO2 que tenemos en exceso en la atmósfera y que nos está generando problemas como el cambio climático y, a través de las plantas, introducirlo dentro del suelo", con lo cual, añade, es capaz de almacenar cosas importantes en él, como el agua. "Si esto lo llevamos a los problemas de sequía que nos puede traer el cambio climático, es una gran ventaja", resalta González.

Sin embargo, pese a las bondades de este modelo, "que supone un eslabón superior a la agricultura ecológica", Álava se encuentra en un estado demasiado embrionario a la hora de implantar la agricultura regenerativa, puesto que "hasta ahora todo lo que tenemos son experiencias piloto en diferentes ámbitos: desde la producción hortícola y frutícola, a gente que también está haciendo algo de ganadería e incluso viña, pero todavía podemos decir que el porcentaje total, respecto al sector, es muy pequeñito".

También son pocas estas experiencias piloto "y con muchas dificultades por todo lo que supone hacer ese cambio hacia este modelo. Muchas veces, se trata de iniciativas personales que deciden hacer este cambio y, claro, no hay ayudas para ello".

Aplicarlo a una geografía como la de Álava

No obstante, aplicarla a una geografía como la de Álava no es complicado, "lo que sí que hay que tener es un poco de paciencia porque es necesario realizar una transición. Para los que hacen agricultura ecológica es más fácil hacerla, pero para los que vienen de una producción convencional hacer ese tránsito a la regenerativa sí que es más complejo, porque como estamos muy acostumbrados a utilizar una gran cantidad de fertilizantes, pesticidas o biocidas. Cuando le quitamos todo esto a la tierra, toda esa microbiología que tiene en el suelo, tenemos que ir recuperándola y para ello, necesitamos periodos de transición que pueden comprender entre los tres y cinco años".

Este nuevo modelo también apuesta por una mayor diversidad de cultivos, frente al monocultivo habitual en nuestro territorio. "Entonces, aumenta el rendimiento y también la diversidad de productos, con lo cual, si hacemos balance económico y vemos que tenemos mayor variedad de producto y que reducimos el coste de los insumos porque los podemos producir en la propia finca (combinándolo con la ganadería para nutrir y abonar la tierra), hacemos que sea más rentable", subraya González. Sana para el suelo agrícola para sembrar el futuro.