o era una explotación ganadera, ni un campo de cultivos, ni una casa rural. El proyecto de María Concepción Jiménez Villanueva en Audikana era un escape room y no fue fácil ponerlo en marcha. Dificultades burocráticas, la pandemia y estos días las inundaciones, que les han ocasionado muchas dificultades.

Pero ahí están y su iniciativa no ha pasado desapercibida para Eusko Ikaskuntza, que lo seleccionó como uno de los ejemplos de desarrollo rural que conforman su catálogo de iniciativas. Su promotora tuvo ocasión de contar con detalles, a finales del mes de noviembre en Salinas de Añana, en un encuentro celebrado para poner cara a los proyectos que están dinamizando la vida de los pueblos, en qué consiste y qué tuvo que superar para arrancar.

Una sala de escape o escape room es un juego en el que se tienen que utilizar las habilidades y el trabajo en equipo para resolver una serie de enigmas y salir de la habitación antes de que se acabe el tiempo. Está pensado para grupos de 2 a 5 participantes y, al ser un juego, es apto a partir de 7 años, aunque los menores siempre deben estar acompañados.

Cuentan que a la hora de crear Lautada Puzle Room, mientras el juego y el tema se iban desarrollando, lo primero que tuvieron que hacer fue buscar un local para poder llevar a cabo el proyecto. Lo encontraron a 15 minutos de Vitoria y acto seguido se pusieron en contacto con el Ayuntamiento de Audikana para obtener las licencias. No fue sencillo y la promotora tuvo que esperar mucho tiempo para obtenerlas. Hay que decir que la inversión inicial para sacar adelante el proyecto fue de 60.000 euros.

Medio año después, cuando ya tenían las licencias listas, comenzaron con los presupuestos y con el acondicionamiento del local. De esta manera, en marzo de 2019 Lautada Puzle Room abrió sus puertas.

El objetivo del proyecto es darse a conocer y, de este modo, aumentar la actividad de la sala de escape y así poder crear un segundo salón de juego el cual les permitiría crear nuevos puestos de trabajo.

La principal dificultad que han tenido que sortear han sido las normas subsidiarias del medio rural. Al tratarse de una actividad innovadora para el ámbito rural, completar el presupuesto necesario para poder desarrollar el proyecto ha supuesto una dificultad añadida; a la hora de solicitar las ayudas públicas no ha sido posible disponer de un presupuesto fiable. Por último, cabe mencionar, la brecha digital que padece el medio rural, en este sentido, la señal a través de fibra óptica y la cobertura es deficitaria en el salón de juego.

Y no fueron los únicos problemas. Recién abiertos tuvieron que enfrentarse a la pandemia, que terminó por ralentizar el proyecto. Además del parón en la actividad, a la hora de recuperarla, se ha requerido más tiempo entre los grupos para realizar una limpieza exhaustiva del local y evitar contagios, en la medida de lo posible.

Otro de los escollos que se han superado ha sido el aprender la gestión integral del negocio. Y comentan que las normas a seguir como autónoma, los impuestos a pagar o las relaciones que se deben mantener con las instituciones y las nociones de marketing digital adquiridas han sido en su conjunto toda una experiencia de aprendizaje.

También hay que señalar que mantener y cuidar una relación cercana con los clientes sirve para que estos recomienden la actividad en su círculo cercano. Por último, los grupos de personas que acuden a la sala de escape ubicada en un pequeño pueblo animan a estos a conocer la zona rural.

En este sentido se destaca que la presencia de caras nuevas constantes en el pueblo causa impactos demográficos, económicos, ambientales y sociales. Y es que esta iniciativa al crear otro tipo de actividad económica más allá del sector primario, contribuye positivamente al ámbito rural y genera nuevos puestos de trabajo lo que posibilita desarrollar diferentes proyectos de vida en el propio pueblo.

Además, medioambientalmente la actividad propia de las salas de escape no es perjudicial, es decir, no genera residuos.

Lautada Puzle Room atrae a los visitantes al pueblo y muchos de ellos se quedan a comer en la zona o realizan otras actividades de ocio y naturaleza. En este sentido, este proyecto genera un impacto económico positivo en la zona. A ello se suma que a causa de los visitantes y al pasear éstos por el pueblo mantienen conversaciones con los vecinos.

Por esta razón, teniendo en cuenta que en los pueblos pequeños no es muy habitual ver grupos de cinco o seis personas, destacan que socialmente también genera un impacto positivo.

Lautada Puzle Room ha recibido subvenciones Feader y Leader. Y, subvenciones para inversión y startup. También, asesoría para la elaboración del plan de empresa y asesoría económico-financiera, y, sobre páginas web y redes sociales.

La promotora de la sala mantiene relación con varios agentes, como con el Parador de Argomaniz, donde se informa a los invitados de la actividad a través de un folleto. También, con la oficina de turismo de Agurain y en los espacios de ocio y actividades deportivas de la comarca. Además, aparece en la web de Araba Market (escaparate de los negocios rurales de Álava y Treviño).

Hay que señalar que también se han creado redes de cooperación con otras salas de escape cercanas y se está colaborando con las salas de escape rurales de Navarra y Castilla y León.