a presencia del innovador bus eléctrico (BEI) como un actor más del tráfico en las calles de Gasteiz empieza a atisbarse cada jornada un poco más cerca.

Enmarcado en el Día sin coche, dentro de la Semana de la Movilidad, no pudo tener mejor toma de contacto el BEI para irse familiarizando con el recorrido que le espera a partir de noviembre, cuando empiece su paulatina entrada en servicio y esté funcionando a pleno rendimiento la primavera próxima. A la espera de ese instante, un puñado de afortunados gasteiztarras tuvo ayer la oportunidad de completar una serie de trayectos experimentales a bordo de un vehículo articulado de 18 metros. En uno de ellos estuvieron como pasajeros el alcalde, Gorka Urtaran, junto al responsable de Movilidad y Espacio Público, Raimundo Ruiz de Escudero, y la gerente de la sociedad municipal de transporte, María José Ajuriaguerra.

Se eligió para la ocasión un itinerario de ida y vuelta entre las dos cabeceras de los casi 11 kilómetros de trazado que tiene la actual línea Periférica. Partiendo desde de la parada junto al centro comercial El Boulevard, los sorprendidos viajeros pudieron comprobar el suave circular de los vehículos por la calle Zaramaga, los túneles de Juan de Garay y la siempre conflictiva y congestionada rotonda de América Latina. La creación de los carriles segregados del resto del tráfico permitió al BEI avanzar con ligereza entre la maraña de vehículos y conductores que ayer se vieron sorprendidos por la irrupción del bus eléctrico a modo de probatura.

También para los peatones supuso el nuevo autobús un elemento extraño, que despertó curiosidad y admiración a partes iguales. Por un lado, la agresiva estética muy similar al tranvía y los tonos verdes, plateados y negros que cubren su carrocería sorprendieron a los transeúntes que salieron a su paso. A ello se une el silencio que le concede su etiqueta de vehículo eléctrico y que le hace imperceptible a oídos de cualquier peatón que no preste la debida atención al punto por el que transita. Por ese motivo se han colocado señales acústicas y luminosas, así como se han pintado de verde en la calzada las zonas de pasos peatonales.

En su discurrir por el recorrido ayer planeado, su paso junto al edificio de consultas externas augura a esa parada convertirse en una de las que más viajeros aglutine a la hora de decantarse por el bus eléctrico como medio para acercarse a resolver sus cuestiones médicas desde cualquiera de los 14 barrios por los que pasará el BEI. Por el barrio de San Martín el carril segregado de Pedro Asúa le posibilita ganar segundos al cronómetro para cumplir las frecuencias de siete minutos de paso, frente a los diez que tiene ahora la línea Periférica. La prueba de ayer no pudo hacerse en idénticas condiciones a las que habrá a partir de noviembre o la primavera del año que viene. Para entonces la preferencia semafórica para el BEI será total en todas las intersecciones con el vehículo privado y los discos verdes que le permitan avanzar sin contratiempos se le irán abriendo a medida que se acerque a cada uno de ellos gracias al “sistema de espiga con el que va a contar”, según desglosó con todo detalle la gerente de Tuvisa.

Esa sorprendente similitud del BEI con los convoyes del metro ligero va a permitir que en cada una de las 23 paradas que salpican su recorrido, el sistema de guiado automático que portan los vehículos le aproxime al andén de los apeaderos y la “distancia se vea reducida a solo cuatro centímetros, para facilitar así el tránsito de entrada y salida de los viajeros y facilitar esa acción a las personas mayores o con movilidad reducida”, concretó Ajuriaguerra. Ese sistema de guiado y aproximación se activa al acercarse a las paradas y tiene como distintivo las rayas blancas discontinuas pintadas sobre la calzada Este es el sistema que le hace ganarse al bus eléctrico del adjetivo de inteligente y que, en cierto modo, se asemeja al sistema que existe en el guiado de los aviones.

El trayecto de ida tuvo como punto de llegada la cabecera de línea situada junto al estacionamiento del campo de fútbol de Mendizorrotza y desde ahí se hizo el viaje de vuelta en dirección inversa. Como sucede en Zaramaga, los grandes postes metálicos vuelven a llamar la atención de los vitorianos todavía no acostumbrados al BEI. En ese punto, de nuevo gracias al sistema de guiado automático, los vehículos se sitúan “justo debajo de ese poste, del que sale un brazo articulado del techo del autobús y es el punto por donde recibe la corriente eléctrica que asegura su funcionamiento”, explicó la máxima responsable de Tuvisa, ante la atenta mirada del alcalde y concejal de Movilidad. Con todo el sistema plenamente operativo, la espectacular operación de recarga rápida “se llevará a cabo en un tiempo máximo de cuatro minutos, en los periodos de ajuste horario de las líneas”. En ese breve minutaje de tiempos los vehículos eléctricos de la firma guipuzcoana Irizar reciben una corriente eléctrica de 600 kilovatios, que se aloja en las baterías situadas en el techo del autobús y permiten su autonomía para completar las vueltas de 11 kilómetros. “En esos cuatro minutos se recargan las baterías hasta un nivel del 85%. Todos van a salir con ese nivel de carga y el tiempo en el que estén conectados al pantógrafo dependerá de cómo este su estado de batería antes de llegar al punto de recarga”, especificó Ajuriaguerra.

Sobre la recarga de los autobuses, sigue la construcción del complejo de la unidad funcional de carga, que estará rematada el 22 de febrero del año próximo. A expensas de completar toda la infraestructura para las labores de recarga lenta durante las noches, cuando el sistema empiece a implantarse esa labor se hará en Agirrelanda y todos los vehículos del BEI “saldrán a la calle con el nivel del carga al 100% para cubrir un mínimo de dos vueltas”.

Al volante de la unidad que ayer realizó los viajes de prueba estuvo la chófer de Tuvisa Ana Hernández. “La experiencia de llevar un vehículo eléctrico es muy buena y la sensación respecto a uno tradicional es muy diferente”, explicó.