El calendario de una celebración de la Virgen Blanca en condiciones normales, señalaba la jornada dominical como fecha en la que los blusas y neskas de ayer debieran haber honrado y agasajado a la patrona de Gasteiz. Las restricciones sanitarias obligan a mantener, por segundo año, el traje bien planchado y colgado en una percha del armario a la espera de poder lucirlo cuando la pandemia remita en su azote.

Hubo este domingo un puñado de valientes que se animaron a no dejar pasar de largo tan señalada fecha y dedicaron la jornada a los blusas y neskas que se han quedado por el camino estos doce meses.

El templo de San Miguel abrió sus puertas, a las 11.30 horas, para celebrar una eucaristía en memoria de todos ellos. Más de medio centenar de animados blusas y neskas acudieron al llamamiento, siguiendo todos las precauciones dictadas por las autoridades. Por si alguno osaba saltárselas ahí estuvo el abad de la Cofradía de la Virgen Blanca, Ricardo Sáez de Heredia, incidiendo en la obligación de mantener la distancia de seguridad entre los asistentes.

Rebasadas las 12.20 horas y bajo el caluroso azote del astro rey, la balconada de San Miguel y la hornacina donde todo lo vigila la patrona de la ciudad fueron este domingo el escenario de un sentido homenaje a compañeros y amigas que ya no están. Las primeras en abandonar el interior del templo fueron las tres amigas Angelines Blanco, Nati Díaz Uriondo y Mª Carmen Sampedro, quienes no se resignaron a acudir vestidas de civil en tan señalada fecha. "No hemos renunciado a venir vestidas de neska, a pesar de que nos han indicado que acudir con el traje podía verse como un poco de incitación a la fiesta", explicó Blanco.

Su inseparable amiga Nati Díaz Uriondo le recordó los "dos años que llevamos sin poder ponernos con tranquilidad el traje", como motivo para poderlo sacar a tomar el aire, aunque fuera por unas horas, y dentro de los cauces de la más absoluta normalidad. En el ánimo de las tres brotó de manera espontánea el deseo de "volver con la normalidad de antes de la pandemia el próximo 9 de agosto", sellaron de manera unánime las palabras de Blanco, Díaz Uriondo y Sampedro.

La emoción del aurresku

Tras el acto religioso y un primer puñado de fotos, llegó el momento de la ofrenda floral y el aurresku de honor en memoria de los ausentes. Correspondió el privilegio del solemne baile a Ofelia González de Aspuru, vestida de manera elegante e impoluta para la ocasión. En esta ocasión sí pudo desarrollar todos los pasos en el exterior de la iglesia y delante de la hornacina "en lugar de bailar en el interior de la capilla como tuve que hacer el pasado año", explicó González de Aspuru a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

No faltó tampoco el punto de emoción y recuerdo hacia "dos amigos cercanos" fallecidos en fechas recientes y a los que quiso dedicar González de Aspuru el aurresku. Especialmente emotivo fue el abrazo con el que, durante más de un minuto, se fundió con la viuda de uno de ellos y donde las lágrimas resbalaron por las mejillas de ambas.

Entre los blusas y neskas presentes este domingo en San Miguel un año más destacó la presencia de Celestino González. A sus 97 años, y más cerca de los 98 que cumplirá el próximo 7 de septiembre, puede presumir de ser el blusa más veterano de cuantos se ponen la casaca cada año cuando llega La Blanca. Se presentó con un pantalón mil rayas, conjuntado con un jersey verde, renunciado a la indumentaria que luce cada 8 de agosto. "No era apropiado traerlo un día como hoy", explicó a DNA.

Con las casi cien festividades que acumula a sus espaldas, no dudó en tildar los dos últimos como los "años más atípicos" con los que ha tenido que lidiar. A la hora de explicar los motivos de esa vitalidad, no dudó en esgrimir "esa fortaleza interior que le acompaña" como la pócima mágica que le ha permitido asomarse a las puertas de un siglo vivido. Como la mayoría de los presentes en la balconada elevó sus miras ya hacia el año 2022 al que "espera con ganas para celebrar como se merece la Virgen Blanca. Tocará entonces celebrar los tres años en uno solo", esbozó con una sonrisa y con una cámara de fotos en la mano para plasmar las instantáneas de esta jornada

Finalizado el aurresku y la ofrenda floral, se sucedieron las fotografías grupales para dejar constancia de la atípica celebración de La Blanca 2019. Celestino González fue el imán y atracción de todas ellas, para poder estar junto a él.

Grupos de colonias

Los blusas y neskas veteranos contribuyeron a poner el color en una jornada dominical donde se evidenció la merma de gente en las calles. En contraste con la veteranía de los presentes, un nutrido grupo de participantes en las colonias de la Diputación de Álava, atravesaron al mediodía esa zona de la balconada. Todos ellos formaban parte de los casi diez grupos que ayer vinieron a Gasteiz para pasar la jornada. Participaron en un juego de pistas diseñado por los monitores, que les llevó a recorrer los lugares más conocidos de la capital. Junto a ellos, el rosario de turistas contribuyeron a llenar el espacio de la balconada de San Miguel.