Las agresiones sexuales y las violaciones siguen al alza en el territorio alavés con un aumento significativo de hasta el 100% en un año marcado por la pandemia. Según los datos que maneja el Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco, y a los que ha tenido acceso DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, el pasado año hasta 14 mujeres denunciaron en este territorio haber sido víctimas de una violación y otras doce denunciaron agresiones sexuales sin penetración, tales como tocamientos no consentidos o agresiones físicas derivadas por el rechazo al sexo. En los territorios vecinos de Bizkaia y Gipuzkoa, en cambio, han descendido las agresiones sexuales, así como las violaciones pasando de 117 registrados en Bizkaia a 82 y descendiendo de 62 casos en Gipuzkoa a 35 denuncias por ambos delitos.

Los primeros cinco meses del año también se han marcado por la lacra machista. De hecho, hasta 66 mujeres han sido víctimas, agredidas o abusadas sexualmente, y hasta en 42 casos, se ha llegado a la penetración no consentida, a la violación. De estos casos, cuatro corresponden al territorio alavés (una agresión sexual, y tres violaciones), 43 a Bizkaia (15 agresiones sexuales y 28 violaciones) y 19 al territorio guipuzcoano (24 agresiones frente a 42 violaciones).

Detrás de este aumento de casos se encuentra la falta de dureza de las penas y el efecto llamada que esto produce, según la presidenta de la Asociación Clara Campoamor, Blanca Estrella Ruiz, quien afirma que la violación debería tomar única y exclusivamente ese término y dejar de lado la agresión sexual o el abuso sexual; catalogar una violación como abuso sexual (tocamientos) o agresión sexual (golpes físicos producidos por el rechazo al sexo) "produce una reducción en la condena", según la presidenta feminista.

Y hace esta valoración precisamente esta semana que se ha aprobado la ley que en teoría acaba con la distinción entre abuso y violación. Concretamente, el Gobierno dirigido por Pedro Sánchez aprobó el martes el proyecto de ley orgánica de garantía integral de la libertad sexual que regula el consentimiento expreso en las relaciones sexuales y acaba con la distinción entre abuso y violación. Sin embargo, desde la Asociación Clara Campoamor, su presidenta asegura que esta ley sigue sin crear diferencias reales entre la violación y el abuso sexual y que no ha logrado recoger el sentir y las peticiones feministas y de mujeres víctimas de estos delitos: "Con esta ley volvemos a lo mismo de siempre. Siguen sin escuchar nuestras peticiones. Nosotras lo que pedimos es que una violación no pueda ser catalogada como agresión o abuso sexual, solo como violación anal, bucal y vaginal. Que dejen de utilizar otros términos, no queremos más desviaciones, con términos más sencillos como agresión o abuso la condena del violador está más rebajada. El que viola a una mujer viola. Ni agrede, ni abusa. Viola. Y eso es lo que queremos que se castigue", asegura.

La Manada en San Fermín

En este sentido, recuerda el caso de La Manada, una de las últimas violaciones más mediáticas ocurrida en Pamplona el 7 de julio de 2016, durante las fiestas de San Fermín donde cinco hombres violaron a una joven: "En este caso a La Manada le condenaron por abuso. ¿Abuso de qué? A la joven la violaron. Abuso es que te golpeen la cara, no que te violen. A ella la violaron", recuerda. "A cuenta de estas leyes se han salvado muchos violadores. Y esta nueva ley es más de lo mismo, sigue permitiendo la ley de abuso y agresión sexual para referirse a una violación; mientras esto siga así, las condenas a los violadores seguirán siendo ridículas y esto es lo que provoca que se estén formando manadas", opina. "De ahí a la importancia de llamar a cada ley por su nombre". Por todo ello, desde la Asociación Clara Campoamor rechazan la nueva ley, siempre y cuando la palabra violación "sea permitida dentro del término abuso sexual y agresión sexual; exigimos que se utilice el término violación anal, vaginal o bucal, para que se contemplen las tres tipos de violación y que el violador no quede impune".