Jesús Fernández Naves, uno de los líderes obreros que encabezaron las protestas que desembocaron en la masacre del 3 de marzo de 1976 en Gasteiz, falleció el pasado sábado como consecuencia de una enfermedad que arrastraba desde tiempo atrás.

Por su carisma, su capacidad como orador y su concepto del asamblearismo horizontal, la principal característica de la movilización obrera del postfranquismo en Vitoria, Fernández Naves se erigió en símbolo de 3 de marzo, especialmente cuando, tras ser acusado de haber huido a Francia con la caja de resistencia del movimiento obrero gasteiztarra, apareció en el funeral por los cinco asesinados, en la Catedral de María Inmaculada, y pronunció un discurso que pasó a la historia de la ciudad. "Son hermanos nuestros; estos muertos son nuestros, de todo el pueblo de Vitoria", dijo aquel día Fernández Naves.

Juan Ibarrondo, autor del guión de la película Vitoria, 3 de Marzo, recuerda al exsacerdote asturiano como "un líder indiscutible" que, "junto con otros compañeros y compañeras, marcaron la línea estratégica" de aquellas protestas. Así, explica Ibarrondo, a su apuesta por un asamblearismo "de abajo arriba" y lo más alejado posible de la delegación, sumaba una "mirada lúcida y una experiencia muy larga" en la lucha obrera.

Ibarrondo recuerda en ese sentido que se hizo "incómodo" cuando, como sacerdote, apoyo las huelgas mineras en Asturias. Acabó en Argentina, donde militó junto con otros curas obreros, y posteriormente vivió el mayo del 68 en París. Tras casarse con la que sería su esposa durante toda su vida, Carmen ("también una luchadora", explica Ibarrondo), recaló en Vitoria.

Tras los sucesos del 3 de marzo, Fernández Naves fue detenido acusado de sedición, e ingresó en la cárcel de Carabanchel con buen parte de los presos políticos de la época y con muchos presos sociales a los que introdujo en el asamblearismo. "En la cárcel había un ambiente muy rico, toda la disidencia española de la época estaba allí con él, pero recordaba especialmente su experiencia con presos muy jóvenes con los que organizaba talleres e hizo trabajo político", señala Ibarrondo al respecto.

Para el escritor vitoriano, Fernández Naves fue "un referente de lucha y de vida", alguien que, "sin ser una persona obtusa, siempre fue coherente, nunca se vendió", y constituye "parte de la Historia de Gasteiz", porque quienes "han conformado las resistencias y las contrahegemonías también son parte de la Historia".