n 2017 Llodio decidió mantener inamovible lo que al resto del mundo le resulta un tanto extraño: unas fiestas patronales de ocho días divididas en dos tandas, que siempre tienen su arranque al mediodía del 15 de agosto, aunque se pregonan la tarde previa, continúan con las históricas jornadas de San Roque y San Roque-tzar (16 y 17 de agosto). Y que después de un parón que este año hubiera abarcado ocho días, culminan el último domingo de agosto a medianoche, tras cinco jornadas de fiesta que atienden a los nombres de Ajos, Cuadrillas, Baserritarras, Morcillas y Cofradía.

Un calendario curioso que tiene su base en un pasado a veces desconocido. De hecho, "hasta hace poco más de un siglo, el 15 de agosto no se consideraba parte de los Sanroques que, como poco, se festejan cada 16 de agosto desde 1599 (año de la fundación de la Cofradía del Señor Sant Roque), con el añadido de su repetición o San Roquetzar el día 17, desde el siglo XVIII", explica el investigador Félix Mugurutza, que reconoce que "se trata de un tema pendiente de un estudio en profundidad". Quien más ha escrito sobre él es Juan Carlos Navarro en Entre gigantes y cabezudos". Un texto de 2001, editado por el Ayuntamiento de Llodio, que relata la historia de los gigantes Don Terencio y Doña Tomasa, y en el que se da cuenta de que, hasta 1909, la festividad de La Virgen en Llodio "se limitaba a celebraciones religiosas y actos de tamborileros". Sin embargo, el 15 de agosto de 1910, se inaugura el paseo de Goikoplaza y la estatua del Marqués de Urquijo (hoy en el antiguo asilo), que resulta decapitada y arrojada al río. "Se recuperó y reparó y las autoridades, en desagravio a lo ocurrido, deciden celebrar al año siguiente una comida de hermandad y una romería que resultaron tan bien acogidas que, desde aquel 1911, La Virgen forma parte de los festejos de San Roque, aunque el primer txupinazo como tal se lanzó un 15 de agosto de 1941", resume Mugurutza.

Un detalle residual del pasado es el del grupo de Los Arlotes cantando la alborada por las calles del pueblo en la madrugada del día 16, "avisando de que empiezan las fiestas€ aunque para esas alturas ya han provocado más de una resaca" o la costumbre "aún mantenida por bastantes mayores de no ponerse el pañuelo festivo hasta ese 16", señala.

Navarro, por su parte, aporta que el Día de la Cofradía se sumó al calendario también en 1911, "aunque los cofrades llevan celebrando su comida el último domingo de agosto desde la segunda mitad del siglo XIX". Ya entonces se comenzó a antojar esta jornada un tanto alejada de los primeros compases festivos, y se solventó creando otra intermedia: la de la Becerrada, organizada por primera vez un 18 de agosto de 1940 y hoy inexistente.

El día de ajos que inicia la segunda tanda de fiestas es en sí mismo un remix de las festejos de antaño. El resto tienen que ver más con el presente, con el valorar el producto local, con el disfrute entre amigos y con el compartir mesa en hermandad. Todo lo que en este anodino 2020 tendrá que esperar.